Son ya pocas sus salidas y, menos aún, su asistencia a fiestas. Por eso el de ayer fue un día especial para ellos. Se trata del casi centenar de mayores dependientes que ayer se vistieron de fiesta para asistir a los actos programados para ellos por Cáritas dentro de su VI Encuentro de Mayores.

Desde primeras horas de la mañana, esos hombres y mujeres a los que atienden voluntarios de todas las parroquias de Cáceres fueron llenando los salones de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, sede este año del encuentro.

"Se trata de facilitar al menos un día de convivencia a esos mayores que por sus problemas físicos o psíquicos apenas salen ya de casa", indica Eva María Escobar Montaña, responsable del Programa de Mayores de Cáritas Diocesana.

A todos ellos atienden todo el año los voluntarios, tanto ayudándoles en sus necesidades físicas como acompañándoles para hacerles más llevadera su soledad, "pero sabemos que también necesitan relacionarse con otros mayores en su misma situación y tener algo de diversión, por eso celebramos estos encuentros".

Los hacen posible las voluntarias y voluntarios, pues son ellos, reconoce Eva María, los que preparan los aperitivos, lo organizan todo y se encargan de recoger y traer a los mayores que lo necesitan.

Su convivencia de ayer, cuyo programa incluyó una charla de interés geriátrico, la actuación musical de Felisa y un aperitivo, contó con un acompañante de excepción, el aún obispo de la Diócesis, Ciriaco Benavente. "Siempre que puedo asisto a estos actos, porque me gusta estar con los mayores y, además, me emociona, pues es una forma de tener presente a mis padres, a los que recuerdo a través de estos ancianos", señala con emoción. La misma que ha sentido, reconoce, cuando los asistentes le han pedido que no se marche, elogiando su labor.

Agradecidos

Los mayores destinatarios de estos actos se muestran, todos ellos, agradecidos, "pues supone mucho para nosotros el poder relacionarnos con otras personas, charlar y salir de casa, algo que por nuestras incapacidades físicas nos es ya muy difícil hacer ", comenta Francisco Cerro, quien no duda en lanzar un reto: "Podían hacerse con más frecuencia, pues realmente son estupendos y muy importantes para nosotros". A sus 84 años reconoce que aún "me valgo bastante bien y salgo de vez en cuando", pero la situación de su esposa, Catalina Isla, es diferente, "pues ella lleva ya más de un año sin salir de casa".

Su opinión la comparte Ana Jiménez Regodón, que a sus 88 años no le faltan ganas de divertirse, "aunque mi situación me impide ya salir, pues apenas veo, me cuesta caminar y sufro de vértigos", señala sin dejar de sonreir.

Todos, pese a sus achaques, viven con alegría su encuentro con otros mayores.