--¿Qué recuerdo le ha quedado de su paso el ayuntamiento?

--Siempre lo hice con gran entusiasmo. Me encantaba la labor municipal porque es una forma de ayudar al ciudadano y de estar en contacto con los problemas de la calle y la gente. Aunque seguía dando mis clases en el instituto, una vez que terminaba me gustaba seguir reuniéndome con la gente y enseñándoles qué era el municipalismo y la vida política.

--¿Se siente un político de otra época?

--Había que cambiarlo todo. Fue una época de auténtica transición, había que cambiar viejos estilos, viejos procedimientos y viejos fines y poner en marcha métodos nuevos.

--Vivió un momento histórico para Cáceres, la declaración como Patrimonio de la Humanidad en 1986...

--Hicimos un trabajo de recopilación para enviarlo al Icomos, que proponía a la Unesco las ciudades. Me empleé a fondo porque al ser catedrático de Arte me encantaba el patrimonio histórico-artístico.

--¿Qué imagen le quedó de aquella fecha señalada?

--El alcalde Juan Iglesias Marcelo marchó a París para asistir a la sesión de la Unesco en la que se iba a anunciar que Cáceres iba a recibir esa declaración. Aproveché para publicar un bando en el que invitaba a todos los ciudadanos a la plaza Mayor para esperar la llamada del alcalde desde París. Hicimos una fiesta de fuegos artificiales y un gran sarao para los ciudadanos.

--¿Fue su mejor momento?

--Hubo momentos muy buenos como cuando Cáceres fue declarada Capital Cultural de Extremadura en 1992. Era la ciudad donde más eventos culturales había. Tuve que preparar el expediente con toda la vida cultural y la tradición cultural que se seguía cultivando en Cáceres.

--De todas las áreas de las que se encargó en el ayuntamiento, ¿cuál fue la más agradecida?

--Me entusiasmaba poder colaborar con otras instituciones y organismos. En régimen interior, transformamos el estatuto de los funcionarios y de los trabajadores del ayuntamiento. Fueron muchas las nuevas urbanizaciones en las que participé dentro de las juntas de compensación. Sobre todo, recuerdo el Nuevo Cáceres, con las reuniones que hicimos con constructores y propietarios. Diseñamos un barrio que fue verdaderamente ejemplar, con grandes avenidas y grandes paseos, calles perfectamente trazadas y una serie de servicios municipales para que no faltase de nada. Creo que el Nuevo Cáceres puede considerarse un barriada modélica.

--¿Cómo era la ciudad que encontró?

--Cuando llegué en 1971, casi en pleno franquismo, era una ciudad que se te caía el alma a los pies. Cánovas era un barrizal. El gobernador civil me llamó para hablar de cómo arreglar la avenida Virgen de la Montaña. Quería quitar toda la arboleda para hacer una carretera de bajada y otra de subida y le dije que me parecía una burrada.

--¿Qué ciudad imaginó?

--Que fuera muy abierta. Me fijaba en otros planes de urbanismo de otras ciudades donde se aprovechaba al máximo el terreno edificable. Era el negocio y se estrujaban las calles hasta el punto de que unos vecinos de una acera y otra se daban con la nariz. Lo rechazábamos totalmente. Se había ya puesto un poco de moda en los barrios anteriores. En el Perú nos pareció una burrada urbanística e incluso en Moctezuma, que cuando llegamos nosotros estaba recién terminada. Me parecía un desastre porque todos los suministros estaban a flor de piel.

--¿Qué ha quedado de aquella ciudad que soñaron?

--Cáceres es todavía una ciudad habitable donde se ha seguido un modelo de expansión urbana muy adecuado como la Mejostilla o las nuevas barriadas. Se ha respetado esa idea de ciudad muy mezclada con la arboleda, espacios verdes y jardines.

--¿Qué le quedó por hacer?

--Siempre queda mucho por hacer porque la ciudad es un organismo vivo y por tanto no se acaba nunca. Siempre hay problemas de suministro a medida de que la ciudad crece como en el agua, tráfico o evacuaciones. Por ejemplo, restringimos el tráfico en la ciudad monumental.

--¿Cree que ha bajado el nivel del debate en la política local?

--Quizá el nivel sea más pobre que en mis tiempos. En los dos partidos había personas muy bien formadas como doctores, catedráticos y médicos, con un nivel de debate muy alto.