Cuando los encuestadores van por los pueblos de Galicia preguntando a los paisanos si van a votar y a quién, los gallegos les responden con otra pregunta: "¿Y usted, va a votar usted?".

Esto no es un chiste de Forges, sino una realidad que se puede constatar viajando a Galicia y preguntando por el voto, por la opinión sobre este o aquel tema o, simplemente, si quieren servirse más cordero.

A un amigo de Pontevedra de viaje por Segovia le preguntaron que si quería más cochinillo y no respondió sí ni no, sino: "Bueeeeeno", lo que provocó la irritación de sus anfitriones: "Ni bueno ni malo, ¿quieres más cochinillo o no quieres más cochinillo?".

¿Qué miras... Y tú?

Mi hijo nació en Cáceres, pero pasó su infancia en Galicia y siendo un niño le llamó la atención la siguiente escena: durante unas vacaciones, observó a dos chavales cacereños que se retaban. "¿Qué miras tú?", preguntaba uno. "Tu cara de culo", respondía directo el otro e inmediatamente se liaron a mamporros.

A mi hijo le extrañaba aquello porque en Galicia la escena era sustancialmente distinta. Preguntaba un niño: "¿Qué miras tú, rapaz?". Contraatacaba el otro: "¿Y tú, qué miras tú?". Y así, disparándose preguntas sobre las miradas mutuas se acababa la discusión sin llegar a las manos.

Los gallegos son especialistas en salirse por la tangente y no mojarse nunca. De las preguntas se escabullen con preguntas, pero qué pasaría si el encuestador fuera un profesional de la ciudad feliz . Porque en Cáceres no se hacen preguntas directas, sino que se usa esta engañosa fórmula de cortesía: "¿Y tú, votas o algo... Y tú, quieres más cochinillo o algo... Y tú, miras o algo...?".

Y anda, escabúllete tú, por muy gallego que seas, de la pregunta. Ahí no puedes responder: "¿Y tú?"... ¿Y tú votas o y tú algo? Si los gallegos son maestros en esquivar las preguntas con otra pregunta, los cacereños son especialistas en meterte los dedos sin molestarte, o sea, el o algo y así hacer que cantes y cuentes hasta lo de la callejina.

Y ya que hablamos de lo de la callejina, no sé si se han fijado ustedes en lo aficionados que somos en la ciudad feliz a contar nuestra vida en fascículos por teléfono sin importarnos si hay gente escuchando alrededor.

Ya sea en el autobús atestado o en el ascensor repleto, ya sea la enfermera en la consulta del médico, ya sea el funcionario en el mostrador del negociado, todos cuentan sus últimas 24 horas a voces, sin vergüenza y con todo lujo de detalles.

Bueno, lo del lujo de detalles, según y cómo, porque aquí entra en acción otra expresión muy propia de la ciudad feliz . Se trata del de to . La otra mañana, en la cafetería del Múltiples, una chica charlaba con otra y empleaban el cacereñúo más auténtico.

"No tendrás un Almax o así", demandaba una utilizando el o así , fórmula indefinida equivalente al o algo . La interpelada no llevaba Almax , pero le daba lo mismo porque estaba poseída por la curiosidad. "¿Pero por qué estás revuelta, es que tus futuros suegros os pusieron de comer o algo?". Como habrán observado, no es lo mismo preguntar si os pusieron algo de comer que si os pusieron de comer o algo.

El caso es que sí que les pusieron de comer y para explicar que fue en abundancia, en la ciudad feliz se recurre a otra maravillosa expresión indefinida: de to . Es decir: "¿Que si nos pusieron de comer? ¡Buf! Nos dieron ´cacahueses´ y ´de to´."... "Que si me voy de veraneo... ¡Buf! Hemos alquilado un apartamento en Isla Canela y ´de to´.". ¿Y qué es de to ? Pues... de to .

La ciudad feliz es tan desquiciante como Galicia, sólo que de otra manera. O sea, que llega el encuestador, te pregunta si votas o algo y tú le respondes: "¿Que si voto...? Bueno hombre, yo voto y ´de to´?" Y a ver quién se aclara.