Periodista

La Semana Santa ha comenzado con los jardineros subidos a la escalera para podar unos árboles bien tupidos de hojas. Muchos se preguntan si este retraso es intencionado, con el fin hacerlo coincidir con la campaña electoral. Al fin y al cabo, hay que dar la imagen que la actividad de la ciudad no se detiene en estos días. Mientras tanto, en la calle Sánchez Manzano, jóvenes inquilinos tienden una pancarta en protesta contra la guerra y aprovechan la ocasión para exhibir en ese mismo cartel un rotundo ´No a las vecinas´.

Ya en Miralrío, muchos conductores, desencantados del intenso tráfico que encuentran en Hernán Cortés, convertido en todo un calvario, optan por el puente de San Francisco, donde es frecuente perder la compostura por los atascos sufridos en la plaza de Colón.

El ungüento de las vacaciones no hará olvidar a muchos los problemas que, día a día, se encuentran en la misma puerta de casa. Tal es así que sólo en el centro existe casi una treintena de aceras ocupadas por obras, todo un vía crucis para los discapacitados.

Y para estandarte, el cacereñismo del alcalde que nos lo recuerda cada vez que pasa el autobús urbano o cuando llamamos por teléfono en alguna de las cabinas repartidas por la ciudad.

Mientras Población da de cenar a los cacereños en su singular campaña electoral en busca de estómagos agradecidos, otros resucitan de entre los olvidados y reaparecen en la vida pública, como es el caso del ´popular´ Pope.

La Semana Santa ha empezado y con ella la pasión, la que ponen algunos para alcanzar la alcaldía.