Acaban de empezar, pero ya están metidos de lleno en las tareas de la comisaría. Isabel, Alejandro y Óscar son tres de los quince agentes en prácticas que el Cuerpo Nacional de Policía de Cáceres ha incorporado para que reciban la formación necesaria y se conviertan en auténticos profesionales.

Solo Alejandro es natural de Cáceres. Isabel procede de Siruela, un pueblo de Badajoz, y Óscar, de Salamanca. El motivo por el que han elegido la comisaría de la capital cacereña, además de la cercanía a su lugar de nacimiento, tiene que ver con la calificación que han obtenido en los anteriores procesos de selección. Durante todo el procedimiento, desde las oposiciones hasta la finalización del periodo que ahora comienzan, serán evaluados continuamente.

Iniciaron sus prácticas el 20 de julio y continuarán hasta julio de 2019. Rotarán periódicamente por todos los departamentos para aprender las tareas de cada uno de ellos como si fueran un policía más, aunque siempre con la supervisión de un agente. El objetivo es «tener un conocimiento integral del funcionamiento de la comisaría», comenta el inspector jefe.

Óscar se encuentra en el departamento de extranjería, donde se realizan las solicitudes de asilo, se tramitan inspecciones, se resuelven problemas como la trata de personas… En definitiva, «los temas que tienen que ver con el inmigrante y su estancia en el país». Alejandro trabaja en la oficina de denuncias, donde se presta atención a cualquier tipo de reclamación, ya que «se trata del primer filtro por el que el ciudadano pasa cuando llega a comisaría». Isabel, por su parte, desarrolla tareas en seguridad ciudadana, uno de los puestos más conocidos, que consiste en salir a la calle y patrullar lugares que requieren de especial vigilancia, y en atender los avisos que les llegan mientras realizan las patrullas.

A pesar de que no se ve a muchas mujeres policías en la comisaría, la percepción de Isabel es positiva: «antes se consideraba que la policía era un trabajo de hombres, pero desde hace tiempo las mujeres se incorporan cada vez más al cuerpo. Este año hemos sido bastantes más chicas que el anterior, y parece que cada vez se multiplica el número, creo que vamos camino hacia el equilibrio». Preguntada por si ha tenido alguna dificultad en el proceso por ser mujer, comenta que, durante la formación, la relación entre hombres y mujeres es de hermanamiento y respeto, y que no existe ningún tipo de división de trabajo por motivos de sexo.

El camino no ha resultado fácil para ninguno de ellos. Los tres son muy jóvenes, ya que no superan la treintena, pero todos han dedicado varios años a formarse. La preparación de Isabel comenzó cuando terminó Psicología, y duró dos años. La primera vez que se presentó no consiguió acceder, pero la segunda sí, por lo que se trasladó a Ávila durante nueve meses para formarse, al igual que los demás. «Ahora la formación continúa, pero ya es como si fuera un trabajo», afirma. Por su parte, Alejandro comenzó a preparar las oposiciones mientras trabajaba, lo que le llevó tres años hasta que ingresó en la academia de Ávila. Óscar terminó de estudiar y preparó las oposiciones durante cinco años mientras trabajaba.

Aunque el recorrido que han emprendido para llegar hasta aquí haya sido diferente, el objetivo es el mismo: convertirse en lo que deseaban desde pequeños. Los tres explican que se trata de vocación, algo que, opinan, resulta fundamental para ser policía, aunque «a veces, quien entra sin vocación, la acaba adquiriendo», comenta Alejandro.

A pesar de que han ejercido otros empleos en los que se han sentido cómodos, todos tenían clara su meta. Alejandro trabajaba como técnico de emergencias, siempre ha tenido interés por ayudar a las personas, así que la elección fue fácil: «hay algo que llevas dentro que te llama a esto». A Isabel la vocación le viene de familia, ya que su padre es policía local y su hermano guardia civil, aunque ella no quería quedarse en su pueblo: «me gustan las ciudades grandes porque hay más emoción».

Destino incierto

Sin embargo, cuando termine este periodo de prácticas, su puesto en la comisaría de Cáceres no está asegurado, sino que depende de los concursos generales. «El grueso de policías se lo llevan Cataluña y Madrid, pero de momento no sabemos a dónde podemos ir destinados», señala Alejandro. Confiesan que están muy contentos con sus funciones. Óscar destaca el compañerismo y el buen ambiente: «me dio un poco de miedo al principio, porque pensaba que en extranjería iba a ser todo muy administrativo, pero se está muy a gusto». «Te levantas con ganas de venir a trabajar, me lo estoy pasando muy bien», dice Isabel. Alejandro explica que «ni siquiera lo considero como un trabajo, lo estoy disfrutando mucho, es lo que siempre he querido hacer».