TEtl deseo vehemente de adivinar el futuro ha sido durante siglos una de las aspiraciones constantes de todos los pueblos que conforman la Humanidad para acomodar sus planes y previsiones a los horizontes que diseñaban los dioses para conseguir la felicidad o el triunfo. Especialmente fueron los reyes y tiranos que lideraban a estos pueblos los que consultaban los horóscopos de los sacerdotes y astrónomos para conocer de antemano los designios de cada divinidad.

Los reyes griegos iban a Delfos a consultar el Oráculo de Apolo, que formulaba la pitonisa después de complicadas ceremonias y crecidos donativos. Los cónsules y emperadores romanos solicitaban sus vaticinios a los augures para que leyeran en las entrañas de las aves los fastos o los acontecimientos nefastos que los dioses les reservaban.

En la Edad Media también proliferaron los discípulos de Hermes Trimegisto, con sus capirotes de estrellas. Las cartas de Tarot con los grandes arcanos del Duque de Milán y otras formas de adivinación e interpretación del pasado, del presente y del futuro con las que los nobles y afortunados querían asegurarse su posición y privilegios. A los pobres y desheredados les daba igual; nunca hubieran podido comprar ni manipular con dinero los augurios de los adivinos.

Pero en nuestra época las cosas han cambiado notablemente. Ya no creemos que los arcanos marcarán las pautas del futuro; ni que la Historia sea la maestra de la vida. Por eso han proliferado tanto los economistas, los sociólogos y los politólogos, que son los nuevos oráculos, augures o trimegistos contemporáneos; encargados de leer e interpretar las encuestas previendo el futuro e interpretando el presente. Muy especialmente, para explicar en los medios de comunicación las causas de las crisis, de los recortes y de los desastres económicos.

XRARO ESx el diario o revista que no cuenta en plantilla con dos o tres economistas dispuestos a sentenciar el futuro acuerdo con los intereses de la empresa. El telediario o programa de actualidad que no incluya a un redactor de bolsa, con el mismo encargo premonitor sobre las subidas o bajadas de las cotizaciones especulativas del momento. Aunque les suela ocurrir como a los informadores de deportes, o a los meteorólogos, que casi nunca aciertan cuando predicen resultados del fútbol ni inundaciones o tormentas que van a arrasar nuestro pueblo.

En las tertulias interminables de varias cadenas radiofónicas o televisivas suelen cumplir este papel - muy espacialmente ante las mareas y tsunamis políticos de los últimos tiempos- los sociólogos y politólogos de amplio espectro; dando razones muy contundentes sobre los resultados de las elecciones pasadas, sobre las encuestas recientemente publicadas por algún medio o por encargo de algún Ministerio que quiere cambiar la normativa o las tasas de sus servicios; encargando ya la consulta pública con los resultados que deben salir.

Incluso, en los periódicos mejor decantados por posiciones conservadoras, tradicionales y consagradas, también varios de sus redactores -muy especialmente, su Director- acostumbran a vestirse de adivinador hermético para vaticinar las desgracias de la gente, si salen elegidos los elementos radicales y populistas que se han presentado.