Cuando casi no levantaba un metro del suelo subía al santuario a pie cogido de la mano de su madre y de su abuela. La pasión de Florencio Bañeza (que fue director de Cope y actualmente es consejero del Grupo Cope Extremadura) por la Virgen de la Montaña le viene desde la cuna porque, dice, la devoción a la patrona es algo innato a cualquier cacereño.

--¿Siempre subían a pie?

--Sí, siempre íbamos a la procesión de Bajada y nos parábamos en la ermita del Amparo. Fue ahí donde en el año 2000 el mayordomo me pidió que si quería ser el pregonero de la patrona al año siguiente. Supuso mucho para mí. Desde entonces la ermita del Amparo se ha convertido en un lugar especial.

--¿Qué recuerda de su pregón?

--Fui uno de los primeros pregoneros del nuevo milenio. Procuré hacer un pregón radiofónico en el que introduje una crónica que simulaba que en ese momento estaba viviendo la Bajada de la Virgen. Estaba acompañado de música y de imágenes.

--¿Cómo ha seguido su devoción a la patrona?

--De mozo con mi novia, que ahora es mi mujer, subía también andando al santuario, algo que le hemos transmitido a nuestros cinco hijos. Subíamos andando no solo en la procesión sino cualquier día; es una manera de estar en forma física y tiene ese sentido espiritual. Sientes una satisfacción tremenda cuando llegas arriba.

--Tiene usted un enorme sentimiento hacia la Virgen...

--¿Qué cacereño no siente devoción a la Virgen? Es un sentimiento de hijo suyo, es una religiosidad popular y colectiva. Soy cofrade aunque no suelo vestirme, igual que uno de mis hijos, la tradición de la Virgen de la Montaña es muy familiar.

--¿Le pide algo cuando va a verla?

--Le agradezco que siempre haya estado ahí, siempre atenta. Aprovecho para pedirle perdón por las faltas que haya podido cometer y para pedirle ayuda. Supongo que esto último lo hacemos todos.