La enciclopedia decía que el agua era incolora, inodora e insípida. Pues en Cáceres habrá que cambiar dos de estas características porque el agua de Cáceres apesta y huele a sapos. Puesto que los demás aspectos del agua nos dicen que son correctos, aseguran que es potable, pero eso no es del todo cierto.Porque potable es aquello que puede ser bebido y con este sabor y olor es imposible que nadie esté dispuesto a beberla. Pero qué digo beberla. Si hasta en la ducha resulta insoportable. Ya que los culpables de que hayamos llegado a esta situación están perfectamente identificados por mucho que traten de escurrir el bulto, lo que compete ahora es tomar las medidas necesarias, porque de un ayuntamiento se esperan que se tomen soluciones y no que se den consejos. No resulta comprensible que mientras hemos de gastarnos el dinero en aguas minerales se den permisos para construir piscinas privadas y no se controle su llenado. Menos aún que no se persiga a quienes riegan huertos y jardines con el agua del grifo. Mientras dure la actual situación resulta imprescindible una moratoria en los permisos para la construcción de piscinas y establecer tramos de consumo de manera que a los regantes les salga más barato hacerlo con agua mineral, sin gas, que bastante producen ya los repollos y en el caso de las piscinas podría dar lugar a enormes pompas.