Justo Medina y Cecilia López residían en Alcántara, localidad cacereña donde Justo era maestro de obras. Decidieron trasladarse a Cáceres para garantizar un futuro mejor a su prole. Justo encontró muy pronto trabajo y colaboró en la rehabilitación del Palacio de Mayoralgo poco después de que sufriera las graves consecuencias del bombardeo a la ciudad durante la guerra civil.

Había que tirar para adelante y la familia lo hizo en la calle de la Berrocala, en una casa de dos pisos, pequeña, muy cerca de donde vivía Pedro Medina , hermano de Justo, que también se había venido a residir a Cáceres. Allí vivían Justo y Cecilia con sus cinco hijos, los tres primeros habían nacido en Alcántara, los otros dos ya vinieron al mundo en la ciudad.

Pasados unos años la familia se trasladó al número 15 de la calle Villalobos, a una casa antigua arrendada, dicen que propiedad de algún noble por el escudo que tenía en la fachada. Era una casa de dos plantas, con suelo de piedra, zaguán y un corral, muy cerquita de la iglesia de Santiago y con una higuera que cada verano daba a luz frutos primorosos.

Los hijos de Justo y de Cecilia fueron encaminando sus vidas. Antonia , que era la mayor, se casó con Pedro Durán , funcionario de la Compañía Municipal de Aguas de Cáceres. Juan , el segundo, estuvo primero con Barriuso , que era una joyería que estaba en las inmediaciones de la calle Pintores, hasta que posteriormente montó en las Cuatro Esquinas su propio taller de relojería. Juan se casó con Julia y tuvieron dos hijos.

Angel , otro de los hijos de los Medina, estuvo primero en Gozalo, hasta que casi al final de su jubilación se fue a Rojo. Estaba casado con Anita y fueron padres de tres hijos. Gozalo eran unos almacenes de la calle Pintores en los años en los que la calle Pintores era el centro económico de la ciudad y todo Cáceres giraba en torno a aquel edén empresarial compartido con el Precio Fijo, Vestimoda, Muebles Pérez, Jamec, Sederías Oriente o Mendieta, que era propiedad de Antonio Mendieta , empresario cacereño que se casó con Mercedes y que vivía en Cánovas. La tienda tenía un mostrador muy largo y varias plantas. A mano izquierda disponía de una casillita de cristal donde estaban las cajeras, unas veces era Carmen , otras era Mercedes . El escaparate de Mendieta era una amalgama de productos, un edén comercial al que arribaba todo Cáceres y también mucha gente de los pueblos cercanos atraída por su variedad de ofertas.

Justo , otro de los hijos de los Medina, estaba casado con Isabel y tuvo dos hijos. Justo trabajó en El Sanatorio del Automóvil, una empresa que estaba al lado de La Rosa, en la avenida de España. El Sanatorio del Automóvil se hizo muy famoso en Cáceres porque se dedicaba a la venta de piezas de coches. Lo llevaba don Jorge Márquez , que era de Alcántara y vivía en Madrid. El Sanatorio del Automóvil era una especie de franquicia porque don Jorge tenía siete sucursales repartidas por distintos puntos de España y al final todas se fueron al garete. La de Cáceres era una tienda grande en la que encontrabas juntas de culatas, amortiguadores, líquidos de freno, sobre todo de camiones de Ford, Chevrolet, GMC o Dodge, de modo que era un lugar muy frecuentado.

En Montesol

Raimundo , el hijo que completaba el lote de los Medina, fue uno de los tantos alumnos que acudió a la llamada Universidad del Madruelo, un colegio en el que le dieron clase don Francisco y don Gonzalo . Raimundo se crió en la casa familiar de Villalobos, calle donde también vivían un cabo de la policía municipal, los Poleo , que era una familia que tenía muchos hijos, y los Periquenes , propietarios de la huerta más famosa de la Ribera del Marco, a la que los muchachos acudían en busca de aquellos deliciosos membrillos, o de las granadas más dulces jamás imaginadas.

Llegada la juventud, Raimundo conoció a Lola Andrada , hija de María Pozo y Manolo Andrada , que trabajaba con los Blázquez , unos almacenes situados en las inmediaciones de la avenida de Portugal, que entonces era el más importante nudo comercial y de comunicación de la ciudad dada su cercanía con la estación de ferrocarril y con el Fielato, nombre popular que recibían las casetas de cobro de los arbitrios y tasas municipales sobre el tráfico de mercancías, aunque su nombre oficial era el de estación sanitaria, ya que aparte de su función recaudatoria servían para ejercer un cierto control sanitario sobre los alimentos que entraban en las ciudades.

Fue el de la avenida de Portugal, donde ahora está la oficina de Caja Madrid, el último Fielato que tuvo el ayuntamiento. A su alrededor florecieron importantes negocios como el almacén de piensos de los Muriel , popularmente conocido como los Siriri, los Santos , los Gabino Díez , los talleres de Díaz y del Chispa , los Marroyo , que era un ultramarinos situado donde está el Bingo Estadio, o el inolvidable comercio de Galiche .

Montesol

Raimundo y Lola se conocieron en Montesol, que era una cafetería que estaba en la avenida de Alemania, con una barra, unas mesas y al fondo la pista de baile. No tardó en surgir el flechazo en Montesol, donde también acudían Andrés Guerra , El Tigre , Chicho , Paco El Peca , Luis El Sardina , Cruz Rumbo , Pablo Costumero , Tomás El Chato , Mimi , El Sevilla o Pepe el del Danubio, que era un restaurante que estaba donde ahora se encuentra el Orense.

La joven pareja frecuentaba La Madrila, cuna de la diversión nocturna por excelencia. Allí estaba Faunos, que era de Pedro Prado . Faunos era una sala de fiestas muy moderna, donde acudías a tomarte un cubata y como generalmente la paga no te llegaba, le pedías al camarero el primero, dejabas un culín y luego volvías a pedirle que te rellenara el vaso con hielo. En La Madrila también estaban Bols, Delfos (que era muy bonito y muy grande, con un salón enorme y una barra estupenda) o el Joyger, que llevaban Joaquín y Germán .

Joyger abrió el 14 de febrero de 1976, Día de los Enamorados, y su éxito fue mayúsculo. El local se convirtió después en taberna inglesa. El carpintero Agustín hizo las obras y en el local, exclusivo, existían 24 taquillas en las que los clientes podían guardar sus botellas. Llegabas a la taberna, te pedías una botellita de whisky o de ginebra, que compartías con tus amigos. El camarero --Manolo Jiménez o Jacinto Maestre , entre ellos-- te daba una llave y si la botella no se terminaba la guardabas en la taquilla para la próxima cita. En la taberna se cuidó todo: el vestir de los empleados, la vajilla, la cristalería... Allí podías probar exquisitos irlandeses o descubrir el Tanqueray, el Cardhu, el Beefeater...

Raimundo y Lola también acudían a 2003, al Bar Amador, o El Vaquero, que estaba en Antonio Hurtado y que regentaban Guillermo y Aurora . La pareja se casó en La Montaña, y lo celebró en Delfos. En esos años Raimundo ya estaba en la Peña del Cacereño y la ciudad vivió mucho el fútbol en ese tiempo. Mimi, que luego puso un quiosco en Moctezuma, tenía un bar en Reyes Huertas, donde los de la peña hacían garrafas de seis litros de cubata. Previamente, por las mañanas, recorrían la ciudad a bordo de sus coches cargados de banderas y a ritmo de claxon animando a los cacereños para que no faltaran al Príncipe Felipe. De la peña también formaron parte Manolo Fernández , Matías Rumbo , El Tigre , Peliche y tantos otros.

Directivo

En la época de Valentín del Sol y Tomás Rodríguez , a Raimundo lo nombraron directivo del Cacereño. Siempre activo, Medina fundó luego la Unión de Asociaciones de Vecinos y es presidente de la Asociación de Vecinos de Hispanoamérica, alma máter de la tradicional San Silvestre.

Su andadura profesional se inició en el Sanatorio del Automóvil en Cáceres, luego lo trasladaron a Mérida pero la empresa quebró y entonces Raimundo comenzó a trabajar en Aesa (Automoción de Extremadura SA), dedicada a la venta de vehículos y camiones. La firma era de don Marcelino Sánchez y estaba ubicada en Aldea Moret. Pero si por algo ha estado marcada la vida de Raimundo ha sido por su paso por el sindicato UGT como secretario general de la Federación de Comercio, Hostelería y Turismo de la provincia de Cáceres.

Padre de tres hijos: Roberto Carlos , Raúl y Susana Patricia , Raimundo reside en el barrio de Hispanoamérica desde 1975. Pero no olvida el pasado, sus años en la Universidad del Madruelo, los juegos en la calle Villalobos, El Sanatorio del Automóvil, la Peña del Cacereño o aquella tarde del Montesol donde conoció a Lola y con ella al amor de su vida.