Sabe que Albert Einstein tenía razón cuando dijo aquello de que «es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio», pero ella acude cada día a su trabajo con la intención de poner su grano de arena para que esos prejuicios comiencen a desintegrarse. Mamen Gómez es la responsable del Programa de Inmigrantes de Cáritas Diocesana de Coria-Cáceres. Conoce como pocos el origen de esas actitudes que, sí, efectivamente, siguen ocurriendo en esta ciudad. «Los delitos de odio son infracciones penales, por tanto son la punta del iceberg, y posiblemente hay pocos porque tampoco se denuncian todos, pero existen otras actitudes que sin llegar a ser delitos preocupan mucho: abusos laborales, trato diferencial, negativa a alquilar un piso a una familia extranjera...», lamenta.

Este rechazo tiene su origen en el «desconocimiento del otro», en la falta de información. «Observamos a diario que entre los inmigrantes, como entre los españoles, hay de todo. Claro que viene gente muy formada y muy válida, y la gran mayoría solo quieren trabajar», explica la profesional. «¿Qué haríamos los demás si nos viéramos en las mismas circunstancias? ¿No trataríamos de sobrevivir?», inquiere. Pero la realidad es que Cáceres todavía está lejos de ser una ciudad integradora.

EL CENSO Y LAS RAZONES

Es cierto que las estadísticas hablan de una incidencia pequeña de los delitos de odio en la provincia, con ‘solo’ cinco casos en el último año. «Pero los datos necesitan matizarse. En primer lugar, la población inmigrante (uno de los blancos de estas infracciones, junto a otras minorías) tiene poco peso en Cáceres pese a que en 2019 aumentó». Efectivamente, el censo a 1 de enero de 2020 recoge 414 extranjeros más, la mayor cifra de la última década, hasta sumar 3.111, pero sigue siendo todavía un pequeño porcentaje de la población cacereña (3,2%). Quizá por ello se producen menos delitos, «pero aunque existan, no siempre se denuncian, ni siquiera estas personas los identifican como delitos», destaca Mamen Gómez.

«En primer lugar, muchas continúan en situación irregular y temen salir de la comisaría con la denuncia puesta, pero también con un expediente abierto por sus circunstancias administrativas», señala. Un buen porcentaje vienen de países donde la legislación es distinta «y no saben que eso que les ha ocurrido aquí está tipificado como infracción penal, que la ley les protege, porque no la conocen». Sin olvidar que quienes han dejado atrás sistemas corruptos tienen muy poca confianza en las soluciones que les puedan llegar desde la policía o el Estado», desvela la profesional.

Pero además, las denuncias no siempre se interponen «porque conseguir testigos generalmente es muy difícil, la gente no quiere consecuencias», afirma. En caso de agresión física todavía puede haber personas consideradas, pero en las verbales «resulta complicado demostrarlo y los testigos no se involucran».

La situación de indefensión que sienten estas personas llega a tal punto que ni siquiera acuden a recibir asistencia sanitaria cuando han sufrido una agresión, aunque tengan derecho a ella y así se les comunique. Ha habido casos concretos. «No van a curarse porque creen que las consecuencias serán peores», lamenta Mamen Gómez.

LOS ‘OTROS’ GESTOS

En definitiva, un cúmulo de situaciones que impiden que estos casos salgan a la luz. «Y ojo, no es que en Cáceres se produzcan agresiones a diario, ni mucho menos. Pero sí se observan gestos racistas y xenófobos de forma continua: cuando a una empleada doméstica interna se le pagan 800 euros al mes y apenas se le deja tiempo libre, cuando comentamos que en una pareja formada por una persona española y otra inmigrante hay intereses ocultos, cuando observamos que un establecimiento público o privado no trata igual a un extranjero...», enumera Mamen Gómez.

Uno de los ejemplos más graves se observa en la dificultad de las minorías para acceder a una vivienda de alquiler. «Hay propietarios que se oponen y no por una cuestión de contrato, salarios, ni papeles, simplemente por la nacionalidad», revelan desde Cáritas. «Y ya no hablamos de los ‘memes’, las redes sociales, algún titular de los medios, declaraciones de políticos... --agrega Mamen Gómez--. La exclusión sigue estando ahí, el prejuicio viene de la ignorancia».

La responsable del programa de Inmigrantes de Cáritas Diocesana de Coria-Cáceres se pregunta si es que sólo los extranjeros cometen delitos, o los españoles nunca se retrasan en el pago del alquiler. «El lugar de nacimiento o la piel no nos hace diferentes, lo veo cada día, confío en que un mayor conocimiento lo irá demostrando», concluye la profesional.