Nueva York se considera el punto de partida. Hace una década el área de transporte de la ciudad decidió cortar Times Square al tráfico e instaló sillas y jardineras. En breve la plaza se llenó de gente y la imagen dio la vuelta al mundo. Este ejemplo a gran escala fue el germen de lo que hoy se conoce como urbanismo táctico. El nombre fue acuñado por el planificador urbano Mike Lydon, pero ¿qué es exactamente? Según recogen los expertos, engloba a todas aquellas intervenciones rápidas y fáciles en el entorno urbano que generan una trascendencia en el tiempo. Es decir, algo tan sencillo como instalar unas jardineras en una plaza en la que cada día transcurren miles de coches puede redistribuir el entorno urbano para que los ciudadanos perciban la capital como un entorno menos hostil y más amable.

Así, con los años, más ciudades del mundo han imitado la estampa y Londres y París han recuperado zonas habitualmente destinadas a los vehículos para crear carriles de uso para las bicicletas y en Barcelona y Madrid ganan terreno los viandantes en el centro, también monopolizado por los vehículos.

La situación de emergencia climática ya hizo que en el mundo diera pasos este nuevo modelo de ciudad debido a su compromiso con la vida sostenible. Las medidas que han implementado reducen la contaminación, tanto a nivel de emisiones tóxicas como acústicas. No obstante, ha sido la pandemia provocada por el coronavirus la que definitivamente ha servido de catalizador para que este tipo de urbanismo se haya erigido como opción más viable para garantizar las distancias de seguridad y evitar los contagios.

En el caso de Cáceres, aunque en los últimos años ya haya coqueteado con proyectos piloto hace décadas, ha sido en los últimos meses cuando ha salido a la calle este tipo de iniciativas con más ahínco, algunas con la intención de quedarse. A principio de legislatura, con la Concejalía de Medioambiente dentro de la alcaldía, hizo un trabajo para señalizar el centro urbano en la zona de la calzada como espacio habilitado para el uso de bicicletas. De hecho, en cuestión de semanas, la ciudad contó con marcas en el pavimento, tanto de reducción de velocidad para los vehículos como para dar constancia de que ese espacio podía ser compartido por vehículos sin motor. No obstante, el paso más relevante se ha dado desde que la ciudad, como el resto del país, se ha visto sumida en una crisis sanitaria sin precedentes que obligó a confinar en los hogares a los cacereños y a configurar tramos de salida para no coincidir en la calle.

Así, el ayuntamiento puso en marcha medidas como la prohibición temporal del tráfico en el paseo de Cánovas para permitir que los peatones pudieran pasear por la calzada y evitar aglomeraciones y en las últimas semanas, habilitó que locales de hostelería sin espacio para instalar una terraza pudieran disponer de la zona de aparcamientos para instalar mesas y jardineras. Este lunes también arrancó una campaña para eliminar las plazas de aparcamiento de los colegios de la ciudad y garantizar también que se cumplen las distancias en las salidas y en las entradas.

Esta batería de medidas puestas en marcha durante el confinamiento son temporales «hasta que la situación lo requiera», pero hacen repensar si el modelo actual de ciudad representa el futuro de las urbes y si esto supondrá el inicio de un cambio a largo plazo de los entornos urbanos, entre ellos, también de Cáceres. Sobre este asunto y sobre el modelo actual se encuentra obsoleto se pronuncia el decano del colegio de arquitectos en Extremadura (Coade), Juan Antonio Ortiz, que sostiene que «las ciudades no fueron diseñadas para la ocupación de los vehículos pero en el siglo XXI se produjo una ocupación, por no decir invasión, de los coches en la vía pública, a principios del siglo XX las ciudades se definían por el barrio, por la proximidad, en todos había comercios, pero con la llegada de los centros comerciales privados comenzamos a desplazarnos a la periferia de las ciudades, también con la llegada de los barrios puramente residenciales».

En esa línea, asegura que la pandemia tan solo «actúa como acelerador» y apunta que la tendencia es que se regrese a largo plazo a ese modelo de «ciudad de proximidad» debido a la realidad del clima. Destaca las ventajas de poner en marcha el urbanismo táctico porque son medidas que «implican un bajo coste» y permiten «que haya prueba-error». «Se implantan rápido, no son costosas y son reversibles», apunta. En ese sentido, insiste en que estas actuaciones deben acompañarse de un urbanismo estratégico, es decir, un proyecto de ciudad a largo plazo para que tenga verdadero impacto en la ciudad. «Las emisiones, la contaminación acústica, hay que buscar un futuro de ciudad que no sea agresivo, pero las medidas se deben acompañar de estrategias para no caer en el populismo». Hace énfasis el arquitecto en otra de los pilares en los que se sustenta el urbanismo táctico: la participación ciudadana. «Hay que consultar a los vecinos la ciudad que quieren porque serán los que vivirán en ella».

En esa línea cita el ejemplo de una avenida que se peatonalizó en Madrid en la calle Galileo, no causó beneficios ni impacto en los viandantes y solo originó problemas de tráfico en la ciudad. «Se deben tantear cuáles son las necesidades que tienen los vecinos». Para ello, recomienda a la administración rodearse siempre de un equipo técnico y remarca ejemplos de equilibrio de opiniones de los vecinos y del equipo técnico. Cabe destacar que la ciudad ya trabaja con estos modelos de simbiosis entre residentes y administración con el proceso participativo para reformar la plaza de Santiago, en el que tanto vecinos como los arquitectos decidirán el futuro de la plaza para que gane en accesiblidad y sostenibilidad.

LA CIUDAD DE ‘LOS 15 MINUTOS’ / ¿Cuál es el futuro de las ciudades entonces? Ortiz acuña un nuevo término: la ciudad de los ‘15 minutos’, es decir, un entorno que permita que a menos de quince mi

nutos encuentre todo lo que necesite. En esa línea, apunta que en Cáceres este objetivo tiene relativamente fácil cumplimiento debido a que no es una urbe con distancias excesivas. «Tiene la escala ideal». «El propósito es que el impacto y la huella de carbono sea la mínima posible y la ciudad sea más grata en definitiva, que haya una visión integral» para hacer ciudad.

Del mismo modo alude al asunto el portavoz del equipo de Gobierno, Andrés Licerán. Es tajante. «Hay medidas que serán temporales y hay medidas que serán definitivas, lo que está claro es que el futuro es la apuesta por lo sostenible y en eso no hay marcha atrás». De esta forma hace hincapié en la importancia de que los peatones ganen presencia en el entorno urbano y defiende el proceso de peatonalización que se produce en la ciudad desde la última década. «Cáceres es reacio a las peatonalizaciones, son polémicas, pero la idea es que ganen los viandantes», sostiene.

Cabe recordar que en 2020 se cumplen 25 años desde que la calle San Pedro, epicentro comercial de la ciudad y zona de entrada a la parte antigua, inaugurara el proyecto para un centro sin coches. Más tarde arrancó la restricción del tráfico en la ciudad monumental, una decisión que enfrentó a vecinos, pero finalmente tras décadas de polémicas en 2003 se prohibió el acceso a la Ciudad Monumental mediante un sistema de pivotes móviles accionados mediante tarjetas. Un año más tarde en 2004 el ayuntamiento invirtió 500.000 euros destinados a poner a punto y acotar al tráfico la Concepción, Ezponda, Santo Domingo, calle Cruz y Ríos Verdes. También en 2010 se pretendía incluir Pizarro y Sergio Sánchez en la prohibición al tráfico y ambas fueron reformadas como plataforma única aunque finalmente no se llegaron a cortar. Otro de los proyectos más mediáticos fue la peatonalización de San Pedro de Alcántara, una calle que en un principio generó recelo pero que finalmente ha contado con la aprobación de vecinos y comercios. Este año le han seguido las calles de los Obispos, que se han inaugurado hace tan solo unos meses y que amplían la zona de plataforma única.

Sobre los proyectos futuros, el ayuntamiento también hizo pruebas piloto hace años para cortar el tráfico en Gómez Becerra y prohibió el paso a los coches durante los fines de semana hasta que los comercios manifestaron su rechazo. No obstante, esta corporación continúa con el proyecto para hacerla peatonal y el propósito es que arranque durante el primer trimestre del año. Aprovechó también el confinamiento para hacer una prueba para cortar Parras, que tampoco estuvo exenta de debate y esta misma semana avanzó que continúa con el proyecto para hacer peatonal esa calle y el acceso por Clavellinas. El grupo local de Ciudadanos también pidió que se incluya San Antón, la calle del Gran Teatro.