El festival multiétnico. Diario de un womero

Con el Womad en la puerta de casa

Los vecinos del centro de Cáceres exponen sus valoraciones y sus puntos de vista tras la primera jornada del festival. Entre ellos, hay opiniones para todos los gustos. Desde los que están satisfechos y los que se muestran comprensivos hasta los que critican la decisión de prohibir el botellón este año

´Las dos Paquis', en mitad de la plaza Mayor.

´Las dos Paquis', en mitad de la plaza Mayor. / Jorge Valiente

Paqui pasea por la plaza Mayor la mañana después de la primera jornada de Womad. Junto a ella, su amiga y homónima, originaria de Arroyo de la Luz pero afincada en Móstoles desde pequeña. «Estoy muy orgullosa de ser extremeña», exclama con satisfacción. «Suelo venir con frecuencia a visitar a mi amiga de la infancia y, aprovechando que es el Womad, nos gusta pasar un ratito para ver todo esto», reconoce mientras señala el escenario principal de la plaza.

Elvira, Miriam, Paula y Lucía, sentadas en una de las terrazas de la plaza.

Elvira, Miriam, Paula y Lucía, sentadas en una de las terrazas de la plaza. / Jorge Valiente

Paqui, vecina de la calle Sande y acostumbrada al bullicio imperante en cada edición del festival, puntualiza que «tampoco podemos estar mucho tiempo porque con tanta gente es imposible caminar e incluso a veces me da miedo». Ante la situación actual del evento, Paqui se muestra comprensiva con las diferentes posturas. «Entiendo que haya gente molesta con la prohibición del botellón, pero hay que entender que esto aporta dinero. Para mí el mayor problema es que se ensucia el patrimonio de la ciudad». «Si hubiera un poco más de civismo todo iría mucho mejor», apunta su amiga antes de proseguir juntas con su paseo matinal, aunque no sin antes dejar una frase que invita a la reflexión. «Si es que en Cáceres somos muy juerguistas. Cuando no es el Mercado Medieval es la Semana Santa, luego la Virgen de la Montaña, el Mercado de la Primavera...».

Unos metros más adelante, Juana y Toñi, hermanas y vecinas del centro de la ciudad, conversan sobre el ambiente presente en las calles de Cáceres. «Nos gusta dar una vuelta para ver qué se cuece», comenta Toñi. «A nosotras nos gusta mucho y no nos afecta que se celebre en el centro, más bien al revés», explica su hermana. Tras aclarar su postura sobre el festival, ambas se muestran benevolentes con el resto de opiniones. «Entendemos que pueda haber gente, especialmente de nuestra edad, que tenga otro punto de vista», señalan antes de puntualizar que «la limpieza no es el problema porque para eso hay personas encargadas de ello que hacen su trabajo perfectamente».

Las hermanas Juana y Toñi en una de las calles del centro de Cáceres.

Las hermanas Juana y Toñi en una de las calles del centro de Cáceres. / Jorge Valiente

Sentadas en una de las terrazas ubicadas en mitad de la plaza Mayor, Elvira, Miriam, Paula y Lucía, cuatro jóvenes amigas, repasan lo que dio de sí la primera noche de Womad. «La plaza estaba mucho más vacía que otros años», sostiene una de ellas. De primeras se aprecia su malestar y su disconformidad con la edición de este año. «Se nota un gran bajón respecto a otros años», apuntala una de sus amigas. Tanto Elvira y Miriam, naturales de Cáceres, como Paula y Lucía, extremeñas que residen en la ciudad mientras cursan sus estudios, coinciden en sus sensaciones tras asistir al primer día de Womad. «Pasar de venir todos los años y ver la plaza a rebosar a acudir este año y ver esto bastante más vacío...», sostienen. Para todas ellas, la causa principal de este bajón de asistentes al festival es la prohibición del botellón.

«Lo que no se entiende es que no nos dejen hacer botellón y tengamos que pagar copas a precios desorbitados», remarcan mientras continúan exponiendo sus quejas sobre la principal problemática de este año. Al mismo tiempo, los servicios de limpieza terminan de dejar la plaza lista para una nueva jornada, a lo que una de las chicas apunta que «la basura no es el problema porque se ensucia igual con otros eventos» y deja una reflexión final para el debate. «Salamanca tiene el año nuevo universitario, Trujillo tiene el Chiviri, Cáceres tenía Womad, ¿pero ahora qué hay?».

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