El festival multiétnico. Diario de un womero

Los nómadas que acompañan al festival

Roberto, Elvira, César, Guido, Ismael, Flaco... narran historias de amistad y de vínculos formados a lo largo de los años que llevan recorriendo el mundo por trabajo. Una labor que para todos ha acabado convirtiéndose en un modo de vida. "Somos nómadas y no lo cambiaríamos por nada", aseguran

Roberto, junto a su pareja y a Elvira, en los puestos instalados en el paseo de Cánovas.

Roberto, junto a su pareja y a Elvira, en los puestos instalados en el paseo de Cánovas. / Jorge Valiente

«Esto es un punto de encuentro donde cada año coincides con gente súper bonita», así califica Roberto el mercadillo artesanal que cada edición de Womad abarrota el paseo de Cánovas, en el centro de la ciudad. Pese a vivir en Granada, sus últimos trece años los ha dedicado a viajar por los mercados y festivales de toda España, en su caso trabajando con la madera de olivo. «Somos nómadas», reconoce con orgullo.

César y Guido, de Perú y Bolivia, quienes llevan años coincidiendo en el mercadillo del festival.

César y Guido, de Perú y Bolivia, quienes llevan años coincidiendo en el mercadillo del festival. / Jorge Valiente

En el puesto de al lado, Elvira ratifica con una sonrisa las palabras de Roberto. «Nos conocimos hace años en un mercado en San Sebastián y acabamos viviendo en el mismo pueblecito de Granada», apunta mientras termina de montar su caseta. Casualidades de la vida, como la que llevo a Roberto a conocer a la que hoy es su pareja, con la que comparte el puesto. Y todo ello gracias precisamente a Elvira, que lo narra orgullosa al ejercer de celestina. «Mi amiga lo conoció a él por otro lado y acabaron siendo pareja».

Ellos son solo algunos de los artesanos que con sus puestos no faltan a la cita anual del festival con la ciudad, siempre en mayo.

Ismael en su caravana.

Ismael en su caravana. / Jorge Valiente

César y Guido, procedentes de Perú y Bolivia, llegaron el miércoles directos desde Barcelona, pese a que su trabajo les unió tiempo atrás. «Nos conocimos en Alemania hace más de 20 años y supone una alegría inmensa cuando volvemos a vernos cada cierto tiempo». Tras 15 años viniendo al festival, vuelven a reunirse una edición más «con la ilusión del primer día». Su amistad, repleta de pequeñas historias a lo largo del mundo, es ya inquebrantable. «Esto es una familia y aquí estamos para apoyamos», sostienen ambos mientras conversan sobre el ambiente festivo que poco a poco empieza a cubrir las calles de la capital cacereña.

Flaco, el perro que acompaña a Ismael.

Flaco, el perro que acompaña a Ismael. / Jorge Valiente

A unos metros, Ismael se relaja mientras disfruta de un café en el interior de su cámper, instalada frente a su puesto. «Qué mas puedo pedir, estoy en mitad de Cáceres y tengo mi casa aquí». Sus quehaceres diarios, centrados en la venta de ropa étnica, los compagina viajando por los mercados de España. Pero no lo hace solo. Su perro Flaco, que le acompaña en cada destino, asoma la cabeza por la puerta de la caravana cómo si quisiera alertar de su presencia. «Durante la pandemia viajábamos juntos a todos lados en un Fiat Punto», comenta sonriente.

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