Las primeras cofradías cacereñas hunden sus raíces en el Medievo (siglo XV) y son las más antiguas de España, tras Sevilla. No solo han resistido el paso del tiempo, sino que desde 1946 han triplicado su número y en los últimos veinte años se han fundado más hermandades que a lo largo de cinco siglos. Es la pasión cofrade de Cáceres, que suma y sigue, incluso en 2012 saldrá una nueva hermandad que completará la madrugada. Este auge ha sido posible en gran medida por la creación de la Unión de Cofradías Penitenciales en 1986, que dio orden, cohesión y solidez al colectivo, y que ahora cumple 25 años. Entre los actos previstos destaca la exposición de los carteles que han ilustrado la Pasión estos años. Será inaugurada hoy en el centro Agora Francesco.

Además de su indudable trascendencia religiosa, la Semana Santa cacereña ha alcanzado el máximo reconocimiento turístico con su declaración como Fiesta de Interés Internacional el pasado abril, a la altura de la Pasión de Sevilla o de Valladolid, de los San Fermines o de las Fallas. La vertebración de todo el movimiento a través de la Unión de Cofradías lo ha permitido. Actualmente Cáceres organiza 22 procesiones en 9 días con 45 pasos (entre ellos los cuatro crucificados más antiguos que salen por las calles españolas, todos del siglo XIV), a través de 15 hermandades capaces de movilizar a unas 15.000 personas, o lo que es lo mismo, al 15% de la ciudadanía.

Los intentos por lograr esta unión cofrade comenzaron hace décadas. En los años 50 ya existían siete cofradías, pero sin vinculación entre ellas: Nazareno, Soledad, Cristo Negro, Vera Cruz, Humilladero (todas anteriores al siglo XVI), los Ramos y las Batallas (las dos últimas de 1946 y 1951). "El obispo Llopis Ivorra vio la necesidad de coordinar este movimiento y creó la Comisión pro-Semana Santa. Comenzaron las comisiones internas, los pregones --el primero a cargo de Antonio Floriano Cumbreño--, una revista con los mejores escritores y poetas de la época, y un concurso de carteles", explica José Manuel Martín-Cisneros, actual presidente de la Unión de Cofradías.

Sin embargo, en los años 70 sobrevino la peor crisis de la reciente historia cofrade. El clima social y político no invitaba a ello. Las procesiones salían con lo justo, pero salían. Ya en los años 80 la democracia se consolidó y los cacereños comprobaron que las hermandades no estaban vinculadas a ninguna época histórica ni régimen político, que eran tan antiguas como los palacios y los templos... Comenzó entonces el auge de la Semana Santa, que se mantiene hoy.

"La idea primitiva se retomó y el 17 de enero de 1986 se fundó la Unión de Cofradías Penitenciales en las Hermanitas de los Pobres de la mano del obispo Jesús Domínguez, muy sensibilizado por su origen andaluz", recuerda Cisneros. El sacerdote Felipe Fernández Peña, vicario de laicos, tuvo un papel clave y aún hoy continúa al frente de la Delegación Diocesana de Hermandades a sus 80 años. En 1989 entraron en vigor los estatutos.

Cinco años frenéticos

Pero fueron años determinantes por otras razones. En 1985 se refundó Batallas tras un periodo de inactividad. En 1986 regresó a las calles cacereñas el Cristo Negro, un crucificado del Medievo (siglo XIV) que pronto despertó un interés extraordinario, con miles de personas agolpadas en su recorrido intramuros cada Miércoles Santo. En 1989 se crearon otras dos hermandades. Primero, Cristo del Amor, con su silencio y orden característicos en sus procesiones del Domingo de Ramos y Jueves Santo. Segundo, Cristo del Amparo, con su singular bajada por la falda de la Montaña en la medianoche del Martes Santo hacia San Mateo.

Las cofradías tomaron conciencia de la importancia de estar coordinadas. Volvió el pregón, comenzó la guía anual y se recuperaron elementos históricos. En 1992 vio la luz otra cofradía, la Expiración, con un antiquísimo crucificado del siglo XIV (después incorporaría el paso de la Virgen de Gracia). En 1996 empezó a gestarse la mayor composición de la Pasión cacereña, la Sagrada Cena, cuya hermandad ya ha sido capaz de completarla.

En esas fechas comenzaron a llover las distinciones para la Semana Santa cacereña. El 11 de mayo de 1995 recibió el título de Fiesta de Interés Turístico Regional y en 2002 llegó el reconocimiento de Interés Nacional. Ya en el siglo XXI, el colectivo cofrade no pierde fuerza, sino al contrario: se han creado otras cuatro cofradías. En 2006 hizo su aparición la Hermandad de Jesús de la Salud con otro paso que incorporará sucesivamente varias imágenes en representación del momento en el que Pilatos lee la sentencia. Con sede en Santo Domingo, introdujo la figura de los costaleros en la Pasión cacereña.

En 2008 se creó la cofradía del Dulce Nombre, también de costaleros, en el templo del Vivero. Su paso, obra del sevillano Dubé Herdugo, se completará poco a poco con nueve figuras para representar el prendimiento. Finalmente, en 2009 se fundó la Cofradía del Cristo de la Victoria en Mejostilla, con una participación muy elevada desde sus primeras salidas procesionales.

Por tanto, una Semana Santa tan antigua como renovada. Y