No ha mucho tiempo, se hizo famoso aquello del «no es no», que por cierto no era por su bien decir o su buena expresión, de hecho el «no es no» dio como resultado, a un parón de decisiones políticas jamás conocido en este país, sin tener nada que hacer desde el punto de vista de las Instituciones Políticas en España que desde el 27 de octubre de 2015, fecha en la que se disolvieron las últimas Cortes de mayoría absoluta.

Se enarboló como bandera «graciosa», de aquella frase de Pedro Sánchez, cuando en respuesta a Mariano Rajoy dijo «que parte del no, no se ha entendido», que impactó ante quienes querían hacer gracia de algo que era serio, como es rigurosamente serio, el hecho de que los políticos se intenten entender y den facilidades en sus contactos, para poner en común sus planteamientos, sus diferencias y sus programas, en definitiva para explicarse qué es lo que cada uno quiere aportar a la convivencia de los españoles. El refranero español que tan rico es en expresiones, con este refrán «quiere enseñar que no hay que discutir, hay que hablar las cosas con las demás personas para llegar a un entendimiento» .Entendimiento que puede significar un desacuerdo, pero se puedei llegar al conocimiento de lo que cada uno piensa, ya sea en un sentido o en el otro.

En la actualidad de las relacione políticas en España, mientras el Partido Popular y Ciudadanos acercaron posturas para tratar de salir del atolladero, Pedro Sánchez se negaba a atender la llamada de Mariano Rajoy y fortalecía aún más su bloqueo.

Con lo que todo aquello pudo traer consecuencias, que hicieron asomarnos a unas terceras elecciones, después de llevar más de un año sin aprobarse en España ni una sola reforma para avanzar en el camino de su recuperación económica. España estuvo a punto de sentar un precedente en la Unión Europea (UE): que se uniría a lo sucedido en Grecia en 2012 y fuera de la UE en Turquía, que llamó a las urnas al poco de transcurrir cinco meses, ya que no tenían posibilidad de formar gobierno, aunque nunca celebraron unas terceras elecciones, y en España pudo darse ese caso, con el consiguiente asombro, resultado de una falta de capacidad para supeditar los intereses generales a los particulares de cada uno. El Partido Popular hizo proposiciones que no fueron aceptadas, mientras el bloqueo fue el resultado de la actitud del PSOE, muy al contrario de lo que sucedía en Alemania, Austria, Países Bajos o Finlandia, donde las coaliciones fueron y son ejemplos de normalidad entre los principales partidos europeos.

Por lo tanto, no es fácil comprender que lo que es normal en países europeos vecinos, la negativa a mantener siquiera una negociación con el partido ganador en España, genera en Europa una preocupación por la inestabilidad política que les ha podido contagiar ante una nueva inestabilidad económica de consecuencias perversas, sobre todo para el desarrollo social y económico de tofos.Treinta años lleva la democracia en España y es tiempo y suficientes experiencias, que han de generar un modelo de convivencia, en el que cada uno desde sus propios convencimientos contribuya al desarrollo de toda la sociedad. Hay que intentar un SI en el conocimiento y huir del «no» en una controversia.