POLÍTICA

Legítima expresión popular

Jesús Pichel // Profesor de Filosofía

Tras estas elecciones se constituirá un nuevo parlamento. Todos los elegidos serán los legítimos representantes de la soberanía popular. Ninguno de ellos, sean del partido que sean, estará ni más ni menos legitimado que los demás. Si hay una mayoría suficiente y a propuesta del Jefe del Estado, del Congreso saldrá elegido un presidente del Gobierno. Si acaso ningún partido obtuviera la mayoría absoluta, los distintos grupos políticos deberán negociar, bien para votar afirmativamente la investidura del candidato, bien para abstenerse y permitirla. Si en el plazo legal no fuera posible alcanzar esas mayorías, se convocarían nuevas elecciones. En ese hipotético caso de negociaciones nada hay legalmente que excluya a ningún grupo político, ni que dé más legitimidad a unos partidos que a otros: todos están exactamente igual de legitimados, porque su legitimidad no proviene de sus ideas y objetivos políticos, sino de los votos por los que han sido elegidos.

Todos los electores tienen el mismo derecho a ser representados. Políticamente nos podrá gustar mucho, poco o nada que se negocie con la ultraderecha o con los ultranacionalismos secesionistas, pero si así ocurriera nada habría que objetar democráticamente, aunque sus objetivos políticos fueran presumiblemente antidemocráticos o anticonstitucionales. Desde el punto de vista de la legitimidad, los cordones sanitarios son estrictamente antidemocráticos. Las afinidades políticas, las coincidencias de los programas electorales, los intereses mutuos y las líneas rojas de cada partido marcarán las alianzas, si acaso las haya. Igual que las líneas rojas y las afinidades políticas de cada quien determinarán el voto de los ciudadanos. Pero sea cual sea el resultado, todos deberíamos tener claro que será ese y no otro la legítima expresión de la voluntad general.

MEDIOAMBIENTE

Conciencia colectiva

Alejandro de Gregorio-Rocasolano // Barcelona

El 12 de abril se conmemoraba el primer viaje espacial de un ser humano. Yuri Gagarin fue posiblemente, como dijo otro cosmonauta, «el primero en comprender la totalidad del planeta». Se percató, desde la perspectiva de su viaje, de lo ridículas que son las fronteras. Este planeta, una unidad biológica que necesita de todos sus seres vivos para sobrevivir, tiene una conciencia colectiva que luchará contra todo aquello que intente matarlo aunque sean miembros de su biodiversidad. Hay unos individuos minúsculos en esta pequeña y frágil esfera del universo que se empeñan en fortalecer fronteras generando odio y supremacismos para salvaguardar básicamente sus intereses. Si hace falta se matan entre ellos, generan normas, leyes para justificar la basura, las guerras, la contaminación que destruye la Tierra. La Tierra, ante la inminente amenaza de estos seres que se creen dioses, reaccionará y los barrerá para seguir en el espacio infinito unos cuantos millones de años más.