MÁS DE MIL MUJERES

Crónicas de unas muertes anunciadas

Araceli Palacios Alfonso // Zahínos (Badajoz)

Son tantos y tan frecuentes estos asesinatos, que hasta que no hemos llegado al número redondo y en los noticiarios han hecho recuento, no nos han golpeado en la cara con la fuerza de una mano gigante. Impensable que en cualquier otra circunstancia la sociedad se mantuviera tan impertérrita y anestesiada. Es como si estas mil mujeres muertas (mil y pico ya) hubieran sucumbido a un ataque de tos. O por su propia cuenta y riesgo. Qué se yo. Todavía hay quien se atreve a decir que no son víctimas de violencia de género. Que todo son ganas de escandalizar. Que a los hombres también les pasa. Que algunas leyes sobran.

Y yo me pregunto: ¿Qué habríamos hecho, si los muertos fueran hombres a manos de sus mujeres? ¿Seguiríamos pactando con opciones políticas que quieren abolir las leyes que los protegiesen? ¡Seguro que no! ¡Mil mujeres en dieciséis años! Casi las que habitamos en Zahínos. Sangra. Quema. Falla algo. Pero aquí , en este «rusti-cosmos» en miniatura, no desentonamos del resto de España sobre este tema en cuestión: las mujeres seguimos sin reaccionar como la causa merece.

Apagamos la tele horrorizadas, sí, pero al segundo se nos olvida. Pensamos que a nosotros no nos pasará nunca nada. Ni a nuestras hijas tampoco. Por eso, en Zahinos dices que eres feminista y te miran con pena. Como a los locos. Y en los talleres de igualdad suena eco. Y si a alguien se le ocurre impartir uno sobre violencia de género, van cinco personas.

Que sí, que lo entiendo. Que tenemos mucho más en qué pensar. Y mucho más que hacer. Que si la política. Que si la crisis. Que si el paro. Que si el trabajo. Que si la hipoteca. Que si los hijos. Que si la limpieza. Que si las protestas antiminas. Pero señoras, ¡que nos están matando! Que nos cazan como a conejos y no hace nadie cuenta de cerrar la veda.

Más de mil mujeres asesinadas y todavía no nos damos cuenta de que lo más precioso, primordial y urgente que tenemos en la vida, es la vida. ¡La vida!

LA DESPEDIDA

Juanito

Emilio González Barroso // Badajoz

El pasado día 12 fallecía en Marbella, a los 52 años, de un infarto, Juan Iglesias Iglesias , conocido por todos como Juanito en su pueblo, Hoyos, en pleno corazón de la Sierra de Gata, localidad natal de mi esposa, a la que acudo con frecuencia. Juanito tenía una discapacidad intelectual, a mi juicio más aparente que real, lo que no le impedía participar en todas las actividades, acudir a todas las manifestaciones o viajar, como en esta ocasión en que había ido a la turística ciudad malagueña con una asociación de personas con diferentes discapacidades. Allí le sorprendió la muerte. Al fallecer sus padres y su único hermano, fue acogido en la residencia de mayores de la localidad, donde recorría todo el pueblo echando una mano donde hiciera falta. Era todo un personaje muy apreciado por todos los vecinos. Recuerdo cómo colaboraba con las orquestas que actuaban en las verbenas ayudándoles en todo y también subiendo al escenario para entonar alguna canción de moda. Cuando yo llegaba a Hoyos me hacía referencia a mis últimos artículos de prensa comentándome su contenido. Desde hace muchos años yo tenía adquirido con él un compromiso: llevarle camisetas con anagramas musicales o de festivales folclóricos.

Debía de poseer ya una buena colección. Al sepelio en la parroquia del Buen Varón

acudió todo el pueblo. Ya no leerá más mis reseñas musicales ni yo le llevaré más camisetas. Le echaremos de menos . Descanse en paz nuestro entrañable Juanito.