Con cierta frecuencia recibo mensajes y whatsapps con unos contenidos que apruebo, pero con unas formas inadmisibles porque a la vez que defienden determinadas ideas, quieren imponerlas insultando al «otro». A este respecto habría que recordar lo que nos decían nuestros padres cuando éramos pequeños: «hijo no debes faltar al respeto, es bueno que pidas las cosas por favor y dando las gracias».

Paradigmas recientes de lo que significa faltar al respeto de las personas y de las instituciones son el reciente ataque al Capitolio en Washington o a la detención y posterior encarcelamiento del rapero Pablo Hasel en España. En este último caso los jueces han dictaminado, con la ley en la mano, que ha habido delitos y reincidencia en los mismos delitos. No olvidemos que la justicia y la legislación vigente actúan para salvaguardar, entre otras cosas, la fama y el respeto que se merece cada una de nuestras instituciones y cada uno de los ciudadanos, entre ellos el Señor Pablo Hasel.

No nos puede extrañar que los actos vandálicos como quema de contenedores, roturas de escaparates, saqueos a tiendas, apaleamientos a las fuerzas de seguridad, sean una consecuencia perversa de actos infames. Pues cuando de respeto se trata, no valen los «escraches», ni los ataques al «Capitolio», sean del signo que sean.

Otra cosa bien distinta es saber los motivos de estas conductas, cada vez más frecuentes por desgracia.

Apunten una que viene bien descrita en esta frase de Antonio Machado: «Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien». Habría que preguntarles entonces a determinados políticos - con respeto - que nos expliquen cual es la verdadera causa por la que están tolerando tantas faltas de respeto a las personas y a las instituciones.