FIBROMIALGIA

Sufrir en silencio cada día

Lourdes Monjil

Tengo 54 años, y el año pasado, después de estar muchos años padeciendo dolor, por fin me dieron un diagnóstico fiable, pues siempre me decían que tenía desgaste de huesos. El diagnóstico fue que tengo fibromialgia, la enfermedad invisible y no creíble para muchas personas. Llega un momento en el que no sabes ya qué es lo que te duele, porque cada día es algo diferente. Aunque no quieras y pretendas ser fuerte, el dolor puede más que tú, entras en depresión y ansiedad y el mundo se derrumba a tus pies. Las personas que te conocen te creen y, aunque en el trabajo es complicado, intentas sonreír y cumplir con tus tareas cotidianas. Lo malo es que algunos compañeros piensan que no te duele nada porque sales y entras y quieres vivir, pero no es así. Aunque tengamos buena cara, el dolor siempre va con nosotros. Solo pido más conciencia sobre esta enfermedad, más investigación y que nos crean a todos los que la sufrimos. Tener buena cara o querer arreglarte un poco no quiere decir que el dolor desaparezca, solo que quieres sentirte o intentar sentirte mejor. Pido más calidad de vida para las personas que, como yo, sufren en silencio.

CORONAVIRUS

El mundo rico tiembla con un virus

Julián Mora Aliseda

Badajoz

La sociedad actual, con su vorágine tecnológica y ensimismada en sus avances científicos, que tanto bienestar nos está produciendo (alimentos, esperanza de vida, viajes rapidísimos, teléfonos inteligentes, etc), se preocupaba con asuntos de pijos, como los nacionalismos o la antiglobalización, mientras se había olvidado de la fragilidad humana para nuevos virus.

Las enfermedades contagiosas de «otras geografías» no cuentan para occidente porque se circunscriben a países pobres y sólo afecta a algún viajero ocasional que se atreve a visitar esas zonas. Pero esas enfermedades lejanas geográficamente siguen matando mucha gente. Así, el año pasado el sarampión causó unas 100.000 muertes; el ébola más de 110.000; la malaria se llevó a unas 400.000 personas; unos 4.000.000 millones de habitantes fallecen por culpa de las aguas en mal estado; y, casi 9.000.000 millones de personas por culpa del hambre.

Asimismo, enfermedades que pasaron a las «otras historias» nos deberían servir para tomar las medidas correctas la situación actual, como la mal denominada «gripe española», de 1918, que provocó más de 50 millones de muertes en todo el planeta.

Queda claro, que la verdadera pandemia de carácter «viral», especialmente por lo que se habla de ella en los medios de comunicación y que están causando histeria colectiva, es la que afecta a los países ricos. Pues aunque la tasa de letalidad del coronavirus sea inferior al 3% de los afectados, ha logrado paralizar una parte de la economía mundial, y esto no es más que el principio.

Sin embargo, a pesar de que no sea tan mortífera es de lamentar que no se tomen en España las precauciones necesarias con el coronavirus en propagación ascendente, y el último fin de semana se hayan realizado eventos deportivos multitudinarios a puerta abierta, asambleas de partidos en instalaciones techadas y manifestaciones populares por las calles, lo que es de una irresponsabilidad y temeridad absoluta. No se percatan de las medidas que se han puesto en marcha en otros países, pareciera que los españoles tuviesen una genética distinta al resto de la humanidad.

Prudencia y responsabilidad

Alejandro Prieto Orviz

Gijón

Ante el serio problema de salud pública que representa la propagación del coronavirus, con efectos también distorsionadores de la vida social y personal, la ciudadanía debe reaccionar en la medida de lo posible con prudencia y responsabilidad, prestando atención a las recomendaciones llevadas a cabo por las autoridades sanitarias de forma que no acaben en el contenedor de la insensatez. Es evidente que no resulta satisfactorio encontrarse con medidas que pueden frustrar o modificar algunos de los planes marcados en nuestra agenda, así como alterar parte de las costumbres que forman parte de lo cotidiano, pero la situación creada requiere de colaboración y compromiso por parte de la población.