Es el mayor y más importante festival de cine de EEUU, un paraíso para los nuevos realizadores y un apetecible mercado para los distribuidores y estrellas que se alejan de Hollywood en proyectos más arriesgados y de bajo presupuesto. Pero el Sundance, este año más que nunca, es también el más destacado altavoz de discursos disonantes e independientes, en un país donde avanza la censura.

Fue fundado por Robert Redford y está dirigido por Geoff Gilmore, que ha seleccionado entre más de 2.600 candidatas las 120 películas que se muestran desde el jueves y hasta hoy ante 45.000 personas en Utah. Por primera vez también hay competición entre las propuestas extranjeras, e Inconscientes , de Joaquín Oristrell, es la única aspirante española.