Hubo un tiempo en que la crítica de cine española también era de izquierdas. Muy de izquierdas. Cuando prevalecían los temas sobre los estilos. Era otro momento, y era lógico que fuera así. Durante la dictadura franquista, revistas como Triunfo y publicaciones específicas como Nuestro Cine abanderaron la necesaria guerra interna contra el régimen. Y en esos medios estuvo siempre presente Diego Galán, fallecido ayer a los 72 años en Madrid. Había nacido en Tánger y dirigió durante años el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, pero Madrid era su hábitat natural, donde frecuentó a cineastas tan diversos como Eloy de la Iglesia y Pilar Miró. El año pasado, la Academia de cine española le concedió la Medalla de Oro por su trayectoria.

Debutó en 1967 en Nuestro Cine, donde escribieron nombres esenciales del cine español como Víctor Erice y Ángel Fernández Santos. Después fue el crítico de cine titular de la revista Triunfo en toda la década de los 70 y colaboró durante mucho tiempo en El País, como crítico o columnista. Recaló en el certamen donostiarra en 1986, cerró su primera etapa en 1989 y regresó a la dirección de 1993 a 2000. Dejó su sello en años posteriores, consciente de que había puesto su grano de arena en la internalización del festival en un momento complicado.

Galán se adelantó a Thierry Fremoux, director artístico del festival de Cannes, cuando este publicó en el 2017 un libro sobre sus vicisitudes en el certamen francés, pero también publicó otros libros como Fernando Fernán Gómez. Apasionadas andanzas de un señor muy pelirrojo (1984), Diez palabras sobre Berlanga (1990).