Andrea Motis tuvo un profesor muy divertido. Había una trompeta en casa, así que casi se puede decir que se vinieron bien la una a la otra. Se llama Tony Gallard. Ella comenzó a tocar a los siete años y luego ha pasado casi una década en uno de los proyectos más bonitos del país, la Sant Andreu Jazz Band, que comanda Joan Chamorro, al que todo el mundo define como un multiinstrumentista (en Badajoz tocará el contrabajo) y un formador, pero al que yo añado la palabra ‘descubridor’. A Chamorro siempre le ha gustado que en la banda hubiera cantantes. Y Andrea Motis se lanzó a cantar. De eso hace tanto tiempo y tan poco que acaba de sacar disco con Impulse, donde grabó, entre otros, John Coltrane.

En la página web de Jorge Pardo (al que ya no solo podemos considerar ‘un músico de jazz’), dice: «Jorge Pardo, hijo de Rafael y Vitorina». Es el titular de su apunte biográfico. Hijo de Rafael y Vitorina. Comenzó tocando la guitarra, pero el viento le atrajo más: tanto, que le grabó las flautas a Camarón en La leyenda del tiempo. Y ahora está colaborando con uno de los mejores grupos de música antigua del país, Hippocampus, para interpretar a Johann Sebastian Bach.

Hay partituras clásicas que dejan mucho espacio para jugar. De hecho, como me decía Aruán Ortiz, que tocó ayer, un músico nunca tiene la suficiente formación y la academia (es decir, el conservatorio) le da las técnicas y herramientas necesarias para romper las reglas y para hacer lo que quieras… de tal manera que el resto de los músicos pueda seguirte. Toni Cuenca va a dirigir a la Orquesta de Extremadura en Jorge Pardo Sinfónico.

En el Badejazz hemos visto a gente como Kevin Hays, Terence Blanchard, Miguel Zenón, Robert Glasper, Chano Domínguez y Roy Hargrove. Este año acuden muchos trompetistas y se le rinde homenaje a este señor, que murió antes de cumplir los 50 y que tan buenos ratos nos dio, encima y debajo del escenario en 2009, porque se quedó después tocando con los músicos. Gecko Turner me lo contó hace poco.

Gecko tiene nuevo disco. Es un recopilatorio con un tema nuevo. Se llama Soniquete: the sensational sound of Gecko Turner y nos lleva por su música durante los últimos 14 años. Gecko es un músico honesto, para empezar. Eso significa plantearse bien con quién trabaja (es mítico el disco que le produjo a Fernando Terremoto, el último que grabó antes de morir), escoger a los mejores músicos para la banda y para el estudio y conocer sonidos e instrumentos y, también, el particular ritmo que tiene el lenguaje («a veces sacrifico la semántica por la fonética») pero, con sones festivos de soul, afrobeat, salsa, funk y más, con todo el groove posible, te habla de prostitución, de la necesidad de mimarse casi desesperadamente («no llego a fin de mes», «ain’t it all about respect?» Y mi frase favorita: «Sometime I go and find a place»). Lo contó Diego Manrique en un artículo precioso titulado ‘Prodigios del chandalismo ilustrado’: «Difícil que alguien pille, de primeras, que 45.000 $ (Guapa pasea) retrata el drama de la explotación sexual de tantas nigerianas en Europa o que el truculento final de Little Sonny refleja exactamente el suicidio de Sam Brown, el vocalista principal de The Intruders, aquel sedoso grupo de Filadelfia». Y también dijo: «Gecko Turner no se parece a nadie en el panorama español».

Su discográfica es Lovemonk, que ha sacado un disco casi zero waste, en cartón, con postales (sí, tiene un plastiquito para protegerlo, pero es poco comparados con esas carátulas de CD ¿antiguas?), con un gusto y una confianza tremendas. También son coherentes, los de la disquera: ‘Discos buenos’, prometen, y editan a Bart Davenport (otro inclasificable), a Pájaro Sunrise o a Chip Wickham, al que han escuchado en grabaciones de infinidad de artistas durante los últimos 20 años hasta que sacó álbum en solitario.

Esta semana le entrevistaba una emisora de Montreal, Canadá, pero aún no tiene fechas cerradas en Extremadura. Ya sé que ahora nos gustan los arreglos blanditos, el pop simplón, las letras de amor y desamor muy drama queen (y muy machistas, por mucho que se disfracen de feministas, como ese ‘Déjala que baile’: quién te crees tú que eres para dejarme o no dejarme a mí hacer algo), la poesía instagramera, los libros de autoayuda y las revisiones de leyendas zen pasadas por el tamiz de lo occidental en las que se encuentran un joven y un anciano y el anciano tiene una taza de té (dónde quedó el carajillo) y coge una piedra de un lado del camino y el perreo y el reggaetón y la electrónica bailable con tres cubatas de garrafón a las tres de la mañana, pero… si hay espacio para un Roy Hargrove, un Avishai Cohen (nos falta el contrabajista, chicos), un Jorge Pardo, un Aruán Ortiz y un Raymond Colom también debería haberlo, con o sin festival mediante, para Gecko.

--Jorge Pardo Sinfónico y la Orquesta de Extremadura. Viernes, 16 de noviembre. 21.00 horas Palacio de Congresos Manuel Rojas (Badajoz)

-Andrea Motis Trio. Sábado, 17 de noviembre. 21.00 horas Teatro López de Ayala (Badajoz).