Me quedo contigo, la canción con la que Rosalía se apropió de la gala de los Goya vía discutible versión, no es una canción cualquiera: es una candidata nada desdeñable a mejor canción de amor de todos los tiempos, y no solo española. El número de marras formó parte de Pa ti, pa tu primo (1980), el cuarto elepé de Los Chunguitos, si bien fue propulsado a la popularidad por su inclusión en la banda sonora de Deprisa, deprisa (1981), en concreto en la devastadora secuencia final de la película, donde se alía de forma mágica con la imagen.

Carlos Saura, el director de Deprisa, deprisa, dio un toque arty al descarnado cine quinqui de José Antonio de la Loma y Eloy de la Iglesia, realizadores que por otro lado se parecían tanto como un curita bueno y un obispo excomulgado dispuesto a dinamitar las convenciones morales de la España de los 80.

Toda la letra de Me quedo contigo es inmortal, pero golpea especialmente fuerte la estrofa que dice: «Si me das a elegir / entre tú y mis ideas / que yo sin ellas / soy un hombre perdido / ay amor / me quedo contigo». Junto con Los Chichos, Los Chunguitos fueron la realeza de la rumba calorra de los años 70 y 80, formidable género pop autóctono que todavía espera el reconocimiento definitivo. Con ellos, y muchos más, afloró con electrizante ritmo una realidad marginal.

El trío formado por los hermanos Enrique (el autor junto con Crescencio Ramos Prada de Me quedo contigo, fallecido en 1982), Juan y José Salazar tuvo no se sabe muy bien por qué, quizá por ser menos salvaje, más éxito allende el circuito de casetes de gasolinera que el de Jero, el del medio de Los Chichos.

Hasta llegaron Los Chunguitos a ser entrevistados y actuar en La edad de oro, el colmo de la modernidad. Sí, los Salazar fueron el 5 de febrero de 1985 las estrellas del programa de TVE-2 presentado por Paloma Chamorro, aunque tuvieron ese día un poco pinta de monos de la feria de la movida madrileña.

Lo cierto es que Me quedo contigo tiene poco de rumba, es más bien una canción romántica interpretada solo un poco a lo bruto y con maravillosos arreglos de época (esos sintetizadores).

No fue Rosalía la primera en hacer una versión de la pieza. Antes la habían versionado al menos Antonio Vega, Manu Chao, Ana D y Maria Rodés. Pero que la versionara la artista del momento para una audiencia masiva fue un bingo: funcionó como reivindicación de un episodio musical glorioso con el que España, a saber por qué, sigue teniendo problemas de aceptación. RAMÓN VENDRELL