La de Nacho Casado es la historia del creador de canciones que se ve situado “en el lado romántico de las cosas” y que hace un disco detrás de otro apelando a “la vida del músico de verdad, no de redes sociales”, observa, “apasionado por lo que hace y dejando abandonados otros espacios de su vida laboral”. Dos álbumes, primero, como integrante de La Familia del Árbol, tándem con su pareja, Pilar Guillén, y otros dos a su nombre, el último de los cuales es este ‘Amor, música & lágrimas’, en el que desarrolla sus habilidades con la canción sutil y evocadora, reflejando su flechazo con los pioneros de la bossa nova.

Brasil dejó una fuerte impronta en su estreno personal, ‘Verão’ (2018), álbum de cantos al oído, guitarra y contrabajo, un instrumental que se amplía ahora con percusiones, pianos y cuerdas en el nuevo disco. La bossa nova no es un cuerpo extraño en el imaginario pop, pero, aunque Casado cite a Everything But The Girl y a La Buena Vida, la vista se le va a los inicios de todo, a aquella ‘Aquarela do Brasil’ (Ary Barroso) que tocaba embobado con un teclado Casio cuando era un crío, al sigiloso arte del “encantador de serpientes” João Gilberto y a la composición de António Carlos Jobim. Un músico este que le pone los ojos “haciendo chiribitas” y de quien posee orgullosamente “un ejemplar en vinilo del álbum ‘Wave’ en su edición española, donde pone ‘Ola’”.

Borracheras en Acapulco

Le gusta de esos músicos, “aunque suene un poco cursi”, que sus melodías, ritmos y armonías “enseguida te tocan el corazón”, como lo hacían, de otro modo, favoritos del soul como Curtis Mayfield o Marvin Gaye. Todos esos influjos se hacen notar, estima, en las carnosas cadencias del nuevo álbum, en el que ve diferencias entre la cara A (que representa “la juventud, la ingenuidad y el querer ir a por todas”) y la B (“la madurez, darte cuenta de que las cosas que pensabas no eran para tanto”), y que desliza la melancolía hacia un pasado no vivido. Temas como ‘Acapulco’, donde fantasea con “los actores de Hollywood que iban ahí de vacaciones y pillaban sus cogorzas”, o ‘Paris blues’, que apunta a los tiempos en que la capital francesa “acogía a músicos de jazz perseguidos en su país”.

Casado alude a lugares y a figuras concretas: Billie Holiday se cuela a través de ‘Lady Day’, de igual modo que Chet Baker dio título a una canción de ‘Verão’, porque siente “admiración y fascinación por esos personajes, también Nina Simone, que consiguen conmover a todo el planeta y que luego no son capaces ni de atarse los cordones”. Ahí reconoce una sintonía espiritual con “los perdedores”, los artistas con un pie en la irrealidad y dificultades para relacionarse con el mundo. “En cierto modo me considero un perdedor también. Hacer música me tortura, porque me hago preguntas sobre por qué hago esto y lo otro”, reflexiona. Pero, aunque a veces se haya visto haciendo kilómetros “para dar un concierto en el que todo el mundo está hablando, o del que al final no cobras”, la música sigue haciéndole sentir “esa cosa” por la que vale la pena dejarlo todo. Y por eso, aun con un disco fresco en la calle, acaba de publicar otro tema, ajustado a estos días, ‘Medianoche en Navidad’.

Vivir de 'tu' música

En una discográfica preguntaron a Casado si su propósito era vivir de la música, o bien vivir de ‘su’ música, y al responder lo segundo ya intuyó lo que se avecinaba. La Familia del Árbol generó comentarios positivos en los medios especializados, pero los casi cinco años transcurridos entre ambos álbumes no ayudaron. “Cuando sacamos ‘Odisea’ (2015), un disco ambicioso, ya nadie se acordaba de nosotros”, lamenta, y extrae como conclusión que “en España, o lo petas ya, o te toca buscarte la vida”. Reconoce que en otros tiempos “echaba la culpa a todo el mundo: a los críticos, a las radios, a la gente, que no tiene gusto”; una etapa felizmente superada.

La presentación de ‘Amor, música & lágrimas’ tendrá que esperar (cayó el bolo de hace unas semanas en Apolo), pero el álbum brinda un buen búnker emocional ante las calamidades, y Casado mira ahí de reojo a su más alto referente. “Lo que me gustaría es vivir como João Gilberto, en casa en pijama y hablando por teléfono”.