Señor Wert , me han dicho que a usted no le gusta la música, que no la ve necesaria en la formación de nuestros jóvenes, y que por eso con la LOMCE la va a relegar a una simple asignatura residual en nuestro sistema educativo. Pero yo no me lo creo.

No me creo que usted desconozca el valor social y cultural que tiene la música, estando ésta presente, como lo está, en todas las sociedades: actuales y pretéritas, de acá y de allá; y en prácticamente todas las manifestaciones colectivas de nuestra sociedad. La música, como usted bien sabe, es parte intrínseca de casi todos los aconteceres de nuestra vida, participando en la mayor parte de los espacios y tiempos de nuestra cotidianidad. ¿Se imagina cualquier celebración de un evento colectivo relevante sin música? ¿Es capaz de imaginarse la Semana Santa o la Navidad o cualquier fiesta de un pueblo, una comarca o una comunidad, sin música? ¿Acaso no es tremendamente formativo conocer esas músicas, analizarlas, saber qué mensaje pretenden enviar, el vehículo que utilizan para ello, etc.? La música es parte de nosotros mismos y de los colectivos a los que pertenecemos, constituyendo en cada uno de ellos una de sus claves identitarias fundamentales; por eso no me creo que usted apoye propuestas que lleven a que nuestros alumnos no se formen para conocer más y mejor el mundo de la música. La formación musical y el conocimiento de las músicas nuestras y de los "otros" ("otros" de otra edad, de otra etnia, de otro género, de otra procedencia, de otros grupos sociales) ayuda a conocernos a nosotros mismos y a esos "otros"; y conocer, como usted bien sabe, implica aceptar y respetar, algo de lo que no andamos muy sobrados.

No me creo que una persona culta, como sin duda es usted, considere más importante para la formación de un joven español, conocer la Celestina de Fernando de Rojas o el Lazarillo de Tormes que las obras polifónicas de compositores españoles, también renacentistas, como Tomás Luis de Victoria, Cristóbal de Morales o el pacense Juan Vázquez . No me creo que usted piense que para la formación de un joven español es más importante conocer el teatro de Shakespeare o de Lope de Vega que las composiciones de Bach o Haendel ; las obras de Goethe o Jovellanos que las de Mozart o Beethoven ; la literatura de Galdós o Clarín que la música de Falla o Albéniz ...

X¿ACASO FORMAx más leer esas obras que escuchar esas músicas? Claro que no, por eso los grandes literatos españoles, como Lope o Lorca, por citar sólo a alguno de ellos, escribieron canciones y se rodearon de músicos a los que ofrecer sus poemas para que estos los musicaran, o recibir de estos sus músicas para adaptarles un poema. Seguro que usted sabe que Calderón de la Barca escribió los textos para al menos tres óperas; una de ella, compuesta con motivo de la Paz de los Pirineos (en 1660), junto al músico Juan Hidalgo , encargándose de la escenografía el mismo Velázquez ; ¡ahí es nada, los tres artistas juntos, poniendo su genio en una misma obra! ¿No es mejor juntar y unir fuerzas, artes y saberes que separar y desmembrar? ¿Acaso tiene un añadido de cultura el teatro de Shakespeare respecto a las óperas de Mozart? Claro que no, como tampoco lo tienen las óperas de Monteverdi respecto al teatro de Molière por el hecho de que las óperas, además de un texto de alto nivel literario tengan, asimismo, una música de gran altura. Por favor, no entienda usted que con este párrafo pretendo enfrentar Música y Literatura; no es eso. Se trata de unir y no de separar, de buscar entendimiento y no confrontación, de no desmembrar el mundo del arte presentando a los alumnos unas partes y no otras.

Por favor, Sr. Wert, no siga usted adelante con ese plan macabro de empobrecer culturalmente a nuestros alumnos, quitándoles la música del currículo obligatorio y optativo de Primaria, Secundaria y Bachillerato; continúe dando una oportunidad a la música, la oportunidad que merece toda aquella disciplina académica que, como la música, ayuda a formar personas cultas, trabajadoras, solidarias, buenas y libres.