Felicidad. Eso es lo que inunda a Andrea Alejo desde que, hace unas semanas, la Federación Española de Baloncesto (FEB) le comunicase el ascenso al Grupo 1 de árbitros. Cuando comience la temporada podrá pitar, entre otras categorías, en la élite del baloncesto femenino nacional. Ahora aprovecha las vacaciones para descansar y aprobar el carnet de moto.

Transcurría el 2017 cuando sus amigas se apuntaron a unas jornadas que se organizaron en Plasencia para ser oficial de mesa. Ella lo comenzó, pero se agobió «por todas las cosas que había que apuntar en poco tiempo». Decidió cambiar al otro curso que se impartía, el de árbitros.

Por aquel entonces, Alejo (20 años, Plasencia) jugaba en el equipo junior del Miralvalle, club al que llegó en el 2011. Durante el tiempo que estuvo en el equipo placentino, disputó un campeonato de España de clubs y representó a Extremadura en dos campeonatos de selecciones.

Siete años después de entrar en el equipo de su localidad, decidió colgar las botas para ser colegiada. Una elección que «costó, pero era lo mejor», admite. «No hacía falta que dejase de jugar al baloncesto, pero preferí centrarme en ser árbitra», añade. Comenzó a pitar partidos de índole autonómica, en categorías cadete y juvenil.

Ascenso

En enero del 2019, tras participar en el Campeonato de España cadete, recibió la noticia de su ascenso al Grupo 2. En él, la FEB agrupa a diversos colegiados que pueden dirigir partidos de Liga EBA y de Liga Femenina 2. Este evento coincidió con el primer curso de Derecho que cursaba en Sevilla. Allí tenía, y tiene, una rutina un tanto diferente a la de las chicas y chicos de su edad: «De lunes a jueves tengo clase y los fines de semana estoy disponible para arbitrar». En una ocasión se vio obligada a renunciar a un partido porque coincidía con un examen importante.

Hasta hoy, ha arbitrado un campeonato de España de minibasket, uno cadete de selecciones, otro cadete masculino de clubs y una fase de ascenso a Liga Femenina. Este último, en abril del 2019, lo recuerda como una «experiencia fantástica». Fue de las colegiadas más jóvenes en arbitrar un evento de tales características. Allí coincidió con varias jugadoras a las que ella había seguido, empezando a ser consciente de lo que estaba logrando.

Un sueño

El esfuerzo constante le sigue deparando buenas noticias. El 22 de julio le comunicaron el ascenso al Grupo 1. Este cambio le permite pitar partidos de Liga Femenina Endesa, LEB Oro y LEB Plata, algo que define como «un sueño» que aún no se cree: «No me lo creí ni cuando me llamaron para decírmelo ni ahora. Es la categoría en la que deseas trabajar cuando empiezas». Aunque en principio puede optar a cualquier liga, espera «empezar en Plata» porque «sería lo lógico al ser recién llegada».

Ahora tendrá la oportunidad de arbitrar a clubs extremeños, como a su antiguo equipo, el Miralvalle, que debutará en la segunda categoría femenina nacional. Una posibilidad a la que no le da mucha importancia: «Son equipos increíbles, al igual que los demás de la competición». En alguna ocasión ha pitado al Torta del Casar en EBA, con el que asegura que «el trabajo, realmente, es el mismo. Es un equipo más independientemente de las circunstancias», admite.

El cambiar de categoría también le supone viajar a localidades más lejanas a Sevilla. «Los viajes van a ser más largos, pero no pasa nada. Con dedicación y esfuerzo puedes conseguir todo lo que te propongas», asegura. Los trayectos se extenderán a cualquier punto del territorio nacional, incluidas las islas.

En este nivel es inevitable sacar similitudes con Esperanza Mendoza (36 años, Cáceres), su «referente». En el 2017, tras 17 años como colegiada, se convirtió en la tercera mujer árbitro que subía a la Liga Endesa, donde continúa. Ya ha trabajado en partidos de Euroliga femenina y de selecciones. Es una deportista en la que Alejo se fija y de la que «siempre» ha recibido «todo lo que necesitaba».

El de Mendoza es un apellido que ya forma parte de la historia del deporte extremeño. El de Alejo va camino de serlo. Y todo por dejar aquel día el curso de oficial de mesa y apuntarse al de árbitro. Menuda casualidad.