"Sabe que cuando lo encontremos, su carrera en el mundo del fútbol se le habrá terminado". El que suena tan desafiante es Bernardo Plaza, entrenador del Cacereño. Y habla así sobre el supuesto chivato que acoge en su vestuario. Ha sido el tema de la semana en el fútbol cacereño, que a falta de victorias que echarse a la boca (el equipo está perdido en la mitad de la tabla) tiene que alimentarse con polémicas como ésta, mucho más reales de lo que afirma el preparador.

La espita la abrió EL PERIODICO EXTREMADURA, que el pasado miércoles, en una opinión, apuntó que Plaza había protagonizado un serio altercado con uno de sus jugadores el pasado domingo en Villanueva, durante el descanso. Otros medios como la Cope y la Ser corroboraron la información de que su relación con buena parte de la plantilla es francamente defectuosa. ¿Y qué dijo Plaza? Ante todo, negarlo todo. Y después, buscar un chivo expiatorio para sacrificarlo en el altar del Príncipe Felipe.

Sí, pero...

El entrenador está muy molesto porque del vestuario salió que él y el futbolista Andrada intercambiaron duras palabras. "Nunca falté el respeto a nadie. Sólo buscaba una reacción que, efectivamente, se produjo", explicó en la Ser, aunque el partido se acabase perdiendo por 3-2. No ha sido un incidente aislado, por mucho que asegure que su relación con el grupo es "fenomenal". Algunos jugadores ya han comentado en privado que quieren marcharse, que no aguantan más los modos del técnico. Este, como suele ser habitual, mata al mensajero: "lo que se ha publicado es de indeseables".De momento, la búsqueda de Plaza en el vestuario es infructuosa. El comentario sobre los problemas que se están produciendo es tan generalizado en la ciudad que es complicado que haya una sola fuente.