Son nadadores. Uno, César Castro, es placentino y el próximo 31 de mayo cumplirá los 20 años. El otro, Guillermo Gracia, nació en Cáceres y tiene 15 años. El primero se clasificó para los Juegos de Río de 2016 cuando aún no había cumplido los 17, pero una lesión le privó de ir. El otro ya tiene un buen número de títulos, nacionales y europeos, en su particular zurrón y apunta a más. A mucho más.

A César no le ha acompañado la suerte a lo largo de su trayectoria. Además de la lesión citada, su hombro le ha jugado otras malas pasadas y ha pasado por el quirófano en tres ocasiones, la última de ellas hace un par de semanas. Pero el placentino, un jovenzuelo de una clase excepcional con madera de campeón, inasequible al desaliento, ya está contando los días para volver tras ser intervenido en Zaragoza. Ahora, en teoría, serán dos-tres meses de baja.

Ha vuelto a ser un palo, pero Castro ha avisado en las redes sociales en los últimos días que esto es solo otra piedra en el camino. Que regresará. Y de ello estoy seguro: de pocos deportistas me han hablado tan bien como de él.

Su entrenador en Cáceres y Madrid, Serafín Calvo; su viejo amigo-técnico placentino Cástor Calle o su fisioterapeuta de confianza, José Moreno, acreditan que estamos ante un superclase, irreductible al desaliento, que saldrá adelante. E l futuro sigue siendo suyo.

¿Y qué decir de Guillermo Gracia? En los últimos días ha conseguido cinco medallas de oro con otros tantos récords nacionales en el Campeonato de España para personas con discapacidad intelectual, que se ha disputado en Dos Hermanas (Sevilla). El chico del centro El Perú Cáceres Wellness ya ha sido agasajado y homenajeado por sus compañeros del colegio Vedruna. Hoy volverá a clase, pero puede que no le rindan tributo sus amigos. Están acostumbrados ya a sus éxitos.