La fe en sus posibilidades y la fortaleza física de David Ferrer, tercer favorito, terminaron por premiar al tenista español con su primer título de la temporada, en Stuttgart, después de batir en un duro y largo duelo al argentino José Acasuso (6-4, 3-6, 6-7 (3), 7-5 y 6-4) tras casi cinco horas.

El alicantino, que hereda la corona conquistada por su compatriota Rafael Nadal en este mismo escenario, también con un triunfo frente a un argentino (Gastón Gaudio), se ha quitado de encima un puñado de maleficios que barruntaban en sus participaciones.

Una de ellas, la falta de autoridad en los momentos claves de los torneos. Se había hecho un hueco Ferrer entre la elite. De hecho, el pasado curso cercó a los mejores del mundo y se quedó a orillas de la Copa Masters de Shangai. Pero sus aspiraciones se estrellan en los cuartos de final. O en las semifinales. De hecho, Ferrer, en cuya hoja de servicios solo brilla el título del 2002 en Bucarest, afrontaba en Stuttgart la primera final de la temporada. Su mejor registro fue la semifinal en el Masters Series de Miami y otros cuartos de final.