No recuerdo cuál fue la primera vez que pensé en ser jugadora profesional de baloncesto. He crecido en una zona donde no tenía la oportunidad de ver jugar a grandes equipos y, en los pocos canales que se lograban sintonizar en la televisión portuguesa en aquellos momentos, apenas se veían las diez mejores jugadas NBA de la semana.

Pasaron los años y empecé a ir con la selección de mi comunidad y más tarde con la selección portuguesa.

Ahí ha sido cuando mi horizonte ha crecido y me he dado cuenta que el baloncesto podría ser mucho más que una simple diversión. Aún tengo presente las conversaciones con mi entrenador, cuando él me hizo creer que un equipo me podría, por ejemplo, pagar la universidad. ¡Qué locura era pensar aquello!

Primero soñé con una universidad americana, pero con el tiempo vi que ese no sería mi destino y empecé a adaptar mis sueños a mi realidad. Jugué en varias temporadas en algunos clubs en la primera liga portuguesa, y durante un periodo corto en la Liga Femenina 2, España. Me costó adaptarme bastante, pero sabía que quería prepararme para volver. Temporadas después, aquí estoy; ya es mi cuarta temporada.

Como jugadora profesional, no he conseguido títulos relevantes ni colectivos ni personales y no sé si lo conseguiré. Eso sí, no puedo explicar por palabras la satisfacción que me produce una cancha de baloncesto en mi día a día. Para el año 2013 he pedido un total de 12 deseos. El primero, sin dudar, ha sido seguir siendo jugadora profesional de baloncesto.

Sé que el deporte atraviesa serias dificultades, pero también sé que si puedo seguir trabajando en lo que más me gusta en el mundo, seré feliz a lo largo del año 2013.

Por otra parte, dejando de hablar de mí misma, les deseo a los demás que cada uno pueda hacer realidad sus sueños y luche con fuerzas por aquello que le gusta y quiere conseguir. Que este sea un año de, por lo menos, 365 oportunidades.