Maccabi Tel Aviv: (26+24+15+25) Jasikevicius (22), Parker (12), Burstein (8), Baston (18), Vujcic (13) -cinco inicial-, Kommatos (13), Sharp (-), Halperim (2), Green (-), Dotan (2) y Shelef (-).

Tau Vitoria: (15+24+23+16) Calderón (16), Hansen (13), Macijauskas (13), Scola (21), David (4) -cinco inicial-, Prigioni (-), Splitter (6), Vidal (5), Betts (-) y Gabini (-).

Arbitros: Brazauskas (LTU), Cazzaro (ITA) y Jungebrand (FIN). Excluyeron por personales a Burstein (m.37)

Incidencias: encuentro por el título de la Final entre Cuatro de la Euroliga 2004-05 disputado en Olympiysky Arena ante unos 13.500 espectadores. El lituano Sarunas Jasikevicius (Maccabi) fue elegido ´Jugador Más Valioso´ (´MVP´). José Luis Rodríguez Zapatero presenció los últimos minutos desde el palco.

El Maccabi Tel Aviv israelí alzó la Euroliga por segunda temporada consecutiva en Moscú, un logro que el baloncesto continental desconocía desde que la Jugoplastika Split encadenó los títulos de 1989 y 1990, una herencia de gran campeón ante la que el Tau Vitoria luchó con orgullo y honor sin recompensa.

Sarunas Jasikevicius, ganador del torneo por tercer año consecutivo, guió la nave telaviví al puerto del triunfo por senderos de gloria. El Tau vació el alma y cayó con orgullo ante todo un ganador. Sobresaliente para los dos, pero título sólo para el Maccabi.

Los hebreos jugaron como una manada de lobos. Pusieron la final de su lado sin hacer concesión alguna a la ilusión del conjunto vasco. El primer cuarto habría acabado con la esperanza de cualquier equipo. El Maccabi en su máxima expresión, rápido, inspirado, inteligente, efectivo.

La experiencia es un grado y el equipo judío, curtido en muchas batallas, sabía que la presión iba a pesar en las piernas de los jugadores baskonistas. Los mismos hombres que 48 horas antes habían desmantelado al todopoderoso CSKA, deambulaban a merced de la máquina amarilla.

SIN PIEDAD El Tau perdía los balones que nunca pierde y fallaba lo que no falla nunca. La progresión del marcador (6-5; 12-5; 21-11) delataba los nervios del debutante. Maceo Baston y Sarunas Jasikevicius martilleaban el aro vitoriano sin compansión.

Con los alaveses perdidos en la tormenta, el también lituano Arvidas Macijauskas desaparecía en medio de la defensa macabea y ni siquiera la alianza de los seguidores del Panathinaikos griego con la afición vitoriana despertaba a un equipo superado por el entorno y la presión (26-15 m.10).

El Maccabi anotó seis triples seguidos sin un solo fallo. También metía los tiros libres y apenas dejaba marchar los intentos de dos puntos.

El equipo de Dusko Ivanovic resistió en espera de tiempos mejores. Acabó el segundo cuarto con once puntos de desventaja (50-39) y, sin embargo, más convencido que nadie de sus posibilidades porque el Maccabi no podía mantener el mismo ritmo de acierto hasta la bocina.

El equipo vitoriano dejó los nervios y la desconfianza en el vestidor y la final cobró otro aspecto. Después de haberse visto dieciséis puntos por debajo (36-20), de haber sufrido la indecible, resurgió de las cenizas con una casta admirable para poner el título en el alero (65-62 m.30).

El Tau a falta de cinco minutos seguía soñando (72-66). Sin embargo, enfrente estaba un adversario letal, en vena, conjurado en torno a un objetivo y sin piedad que golpeó en la línea de flotación cada vez que el Tau le abrió un resquicio. El esfuerzo derrochado en la escalada y la habilidad del Maccabi para hacer diana en los momentos clave terminaron con la preciosa historia que el equipo del Buesa Arena ha escrito en esta Euroliga.