Un buen día de hace casi tres años, Ignacio Casillas Santillana (Cáceres, 9 de enero de 1986) cargó con las maletas para irse a Polonia a trabajar y a estar cerca de Ana, su novia. Pasado el tiempo, este ingeniero de perfil entusiasta está ascendiendo peldaños profesionales en la multinacional Nielsen, de la que vive, pero también como portero de fútbol sala del país del este de Europa, habiendo militado en uno de los mejores clubs la última campaña. Es obvio decir, al tiempo que obligatorio, que es esta faceta la que realmente le apasiona.

«Iba a entrenar entre dos y tres veces a la semana, aparte de los partidos correspondientes», cuenta el protagonista de esta insoslayable historia de sacrificio y amor por un deporte. Su trabajo y su lugar de residencia están en Varsovia. Su último equipo, el Gatta Zdunska Wola, se ubica en una ciudad del suroeste de la capital polaca distante a 215 kilómetros de su casa. El dato, revelador de todo.

«Me han dado muchas facilitades. Además, en los viajes, iba casi siempre con mi ordenador, trabajando. Tenía la suerte de ir con dos compañeros que conducían desde Varsovia», relata este diario en su Cáceres natal, al que ha venido para ultimar preparativos de su boda, que será en agosto con su aún novia, una persona «especialmente importante» para que él se desarrolle como futbolista («ella sabe que es mi pasión») y como persona.

Se recupera este exportero del AD Extremadura, Malpartida y Cáceres Uex (Segunda B), de una grave lesión de rodilla producida «en el último instante del calentamiento del último partido», se lamenta resignado. Pero ha merecido la pena ser reconocido y militar en un club histórico. «Fuimos sextos en la liga de la máxima categoría, con muchas bajas, y llegamos a semifinales en la Copa, en la que he jugado siempre», dice el meta. «Me he sentido muy reconocido también por cómo te tratan allí los aficionados. Iban a pedirte que le firmaras fotos y autógrafos», se congratula.

No sabe el extremeño hasta cuándo estará en activo como futbolista ni tampoco cuánto tiempo más ejercerá de emigrante. Sí sabe que cambiará de club a uno más cercano a Varsovia, aunque sea de una categoría menor a la máxima. El gu-sanillo le pica, y no poco.

«Va creciendo. Este año en 3ª no ha habido renuncias y en 2ª B hay ya cuatro equipos, además de en la Segunda femenina, que lo están haciendo muy bien». Su diagnóstico del fútbol sala regional, que él sigue al detalle desde la distancia, es en positivo. En cualquier caso, espera más crecimiento. Es Ignacio Casillas, meta de la pasión.