Tildar de ‘incombustible’ al glosar a Eduardo Moya Cantillo, ‘Edu Moya’ (Monesterio, 3 de enero de 1981) es quedarse corto. E incluso pronosticar que el equipo de su localidad natal será el último en su carrera puede sonar a temeridad. Este defensa-centrocampista con un prolífico camino futbolístico que incluye muchos años en Primera es una caja de sorpresas, capaz de alargar su trayectoria hasta el infinito, siempre con una sonrisa por bandera. Hace 25 años se marchó de su pueblo para iniciar una exitosa aventura en la élite que muy pocos extremeños han conseguido.

A Edu la cuadratura del círculo no es fácil explicársela. Él, que dentro de una larga lista ha jugado en clubs como Celta, Tenerife, Mallorca, además del Extremadura, éste su primer equipo fuera de su pueblo, tuvo de compañero a estrellas como Samuel Eto’o y entrenadores como Luis Aragonés, pero ahora se ha puesto a las órdenes de Aurelio y ha posado, orgulloso, con José Luis Cubero, su nuevo presidente en el Monesterio. «Me ha dado el sentimentalismo de vestirme de amarillo y llevar con mucho orgullo los colores de mi pueblo y ojalá pudiéramos cumplir el sueño», afirma rotundo.

Ese sueño, por modesto que sea, esgrande para él, según su testimonio: ascender en unos meses a la Primera extremeña. «Aquí hemos pasado una racha en el pueblo difícil, pero los contagios parece que se han venido abajo. A ver si seguimos así», dice en relación a lo que ha tenido que pasar los últimos meses su localidad natal y que le ha impedido concretar su fichaje.

«Las sensaciones son muy buenas. El presidente se puso en contacto conmigo tiempo atrás y también se lo había comentado al entrenador. No pude incorporarme antes por culpa de la pandemia. Hace dos meses Monesterio estaba en un momento delicado, con muchos contagios. Ahora que está todo está más tranquilo, me han vuelto a llamar», detalla a este diario con un tono de ilusión complicado de disimilar. Tampoco parece pretenderlo.

Edu Moya es 'fútbol de barro' también. «Yo tenía muchísimas ganas de competir en algún sitio», comenta. El Llerenense fue la última apuesta. “Siempre me baso en ilusiones e intuiciones y corazonadas. Monesterio lleva mucho tiempo ya intentando el ascenso con la ilusión de subir de un pueblo que siempre ha estado más arriba. Eso, junto a lo que conlleva la alegría de ascender y habiéndolo visto en el Llerenense cuando subieron a Tercera, con la gente volcada, me ha hecho que me decida a ayudar a los míos», concreta.

Y sus orígenes ahí están. “Estuve en la escuela municipal, hasta en cadete, y cuando iba a pasar a juvenil ya me fui al Extremadura. Llegué a debutar con el primer equipo en un amistoso con 14-15 años. Después he estado toda la vida fuera».

Fútbol pasional

Edu Moya abunda en sus particulares reflexiones. «Me hace muchísima ilusión. A través del fútbol se despiertan muchas pasiones y sé que cuando acompañan los resultados, es un canal de transmisión de energía y alegría. Crea una sinergia muy bonita y es lo que me gustaría que ocurriera aquí, que hace tiempo que se perdió la ilusión por el fútbol. Yo al equipo lo he visto con 600 personas en el campo lleno y la gente muy volcada».

El veterano futbolista incide. «Toda esta corazonada ha sido inspirada en mucha gente de Monesterio, algunos que ya no están aquí, y me baso en que me encantaría que en el día a día, en el que veo el cierre de negocios, de bares, etcétera, que al menos a través del fútbol pudiéramos darle una alegría al pueblo. Hay que partir desde la humildad y esto sería muy positivo en los tiempos que corren. Me ilusiona mucho pensando en los más mayores y los que no están». Simplemente Edu Moya, el irreductible.