Primer día de trabajo del Cacereño, primera sesión de entrenamientos en el Sport Club Sottoterra. De verde están los jugadores, de negro el cuerpo técnico, el nuevo color de Elías Molina. «Es un poco extraño verme vestido de otra manera diferente a como lo estaba hace dos meses», reconocía el jugador en su rueda de prensa de despedida/presentación. Dice adiós al fútbol en activo, cuelga las botas. Y no por falta de ofertas, porque el mismo martes recibía una llamada para que se replanteara su decisión («pero en mi cabeza no cabía estar en otro equipo»). E inicia una nueva etapa donde será, junto a Gil, el encargado de poner a punto a la plantilla: lleva su otra profesión, la de osteópata y quiromásajista, al que ya será siempre su club.

Hace dos meses no estaba en su cabeza retirarse («eso nunca está en la cabeza de un futbolista»), pero era consciente de su edad, 37 años. «Ahora me toca mirar el fútbol desde otro punto de vista. Siempre he dicho que antes de que me retire nadie o arrastrarme por los campos, prefiero hacerme a un lado». Y se ha echado a un lado para seguir ayudando, da igual desde dónde tenga que hacerlo. «Mi manera de ser y mi personalidad siempre han sido dar la cara, dar todo por mis compañeros. Ahora lo haré desde otro sitio, ante lo hacía como capitán». Y para muchos sigue siendo el capi, desde sus compañeros, apoyándole en su despedida, a Carlos Ordóñez y Luis Puebla, presidente y director deportivo del Cacereño.

«Estamos contentos, nosotros y la afición, de que siga en el club. Luchará desde otro trabajo, pero seguirá luchando por este club», le dijo Ordóñez. «Es un ejemplo como persona y como profesional. Hay que darle ánimos porque es difícil cuando se finaliza la carrera de un jugador, pero le quiero decir que solo ha terminado una etapa y que ahora comienza otra», añadió Puebla, que dijo que en los próximos días habrá algún acto más de homenaje a Elías Molina.

Al final, no puedo evitar Elías emocionarse. Lo hizo cuando agradeció las múltiples muestras de apoyo y cariño que ha recibido en los últimas días. Y allí, para frenar la lágrima que estaba brotando, estaban los que hasta hace dos días han sido sus compañeros y aún lo siguen siendo.