Aquel domingo 13 de febrero de 1972 nadie culpó al cambio climático de los agradables 16 grados que reinaron en Barcelona. Pocos fueron los televisores Vanguard de 19 pulgadas --costaban 5.000 pesetas-- que se encendieron a las 8 de la mañana para presenciar algo inesperado, que un madrileño cuyo nombre apenas sonaba, Paquito Fernández Ochoa, ganase una medalla de oro esquiando en unos Juegos Olímpicos. No habían datos de audiencias, pero seguro que hubo mucha más gente enganchada a la tele siguiendo la victoria del Madrid por 4-1 ante el Córdoba y esperando con ansia el capítulo correspondiente de Crónicas de un pueblo.

Aquel 13 de febrero de 1972 los obreros de la empresa Michelin de Vitoria estaban más preocupados por su situación laboral que por la gesta de Paquito en Japón. Buena la organizaron por las calles de la ciudad. A tenor del despacho de la agencia Logos, la Policía Armada recibió de lo lindo. "Una manifestación no autorizada en Vitoria se ha saldado con 26 policías armados heridos de diversa consideración; entre ellos, el comandante que mandaba la unidad y el capitán jefe de esta capital". De los pobres obreros, ni un dato a añadirse.

Dedicatoria a Franco

El general Francisco Franco era su excelencia el Jefe del Estado. Y a él le dedicó la victoria Juan Gich, que era el delegado nacional de Deportes, el mismo que disfrutó en vivo y en directo del oro de Paquito. "Brindamos este triunfo a su excelencia el Jefe del Estado que con tanto cariño ayuda siempre al deporte". Gritó la triunfalista frase poco antes de que Antonio Campañá, que había sido compañero de equipo de Paco y que estaba en Sapporo escribiendo para Dicen, se pusiera a teclear su máquina de escribir impresionado. "La emoción me embarga completamente. Lo he visto con mis propios ojos y así se lo transmito a todos nuestros lectores. Un español, Francisco Fernández Ochoa, acaba de ganar una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos". Así inició su entusiasta crónica.

La escribió poco después de asistir a la conferencia de prensa de Paquito. Un periodista japonés le preguntó: "¿Ha visto jugar alguna vez al gran Real Madrid". Y el esquiador respondió: "Yo soy admirador del Madrid. Me gusta mucho el fútbol y, por supuesto, también las corridas de toros. Soy amigo de Paco Camino".

Aquel 13 de febrero de 1972 mientras Paquito bajaba hacia la gloria, los B-52 bombardeaban "las rutas de la infiltración norvietnamita". Faltaba un día para que Manuel Galera, astro del pedal, muriera en la Vuelta a Andalucía. Increíble. Fue subiendo. Un salto de cadena. Se golpeó contra el manillar y se fracturó el cráneo. Y dos para que Legrá retuviera en Londres el título europeo de los peso pluma ante un boxeador llamado Armstrong y que era escocés y no tejano.