Está alejado de los focos, pero es un hombre importante en un equipo que está haciendo historia. Y tiene raíces en Extremadura, una tierra de la que se siente muy orgulloso. Es Paco Redondo (Barcelona, 11-4-1982), entrenador ayudante del Real Madrid de baloncesto que dirige Pablo Laso y cuyos orígenes se encuentran en Llera, un sitio que atesora un lugar preferente el corazón.

Su madre, Amelia Macías, es de esta pequeña localidad de 800 habitantes enclavada en la Campiña Sur. Protagonizó la clásica historia de emigración, de quien lo tiene que dejar todo atrás en la búsqueda de un mejor futuro. Casada con Francisco Redondo, de Ciudad Real, nunca olvidó sus orígenes y se los inculcó a su hijo. «Llera es un pueblecito con mucho encanto al que me unen unos recuerdos totalmente ligados a mi infancia. Tengo ese arraigo extremeño debido a que por esta parte tengo mucha familia y hasta mí, todos son descendientes de esta tierra. Emocionalmente he pasado por una serie de vivencias que he podido disfrutar durante los 35 veranos que he tenido la suerte de escaparme a Llera. Eso ha hecho que tenga lazos de amistad muy potentes con la gente de allí y que me haya permitido descubrir personas nuevas a lo largo de los años que con el tiempo se han convertido en muy importantes», cuenta.

Es fácil imaginarle en los 80 como un niño inquieto antes de emprender el viaje anual a Extremadura. Eran esos agostos «en los que cogíamos el coche desde Barcelona con mis padres y nos recorríamos media España para poder sentir el gusanillo de saber que vas a un sitio especial como Llera».

Aquellos veranos

Tanto le gustaba estar allí que a veces alargaba su estancia más allá del tiempo en el que permanecían sus padres, que tenían que volver a Cataluña por motivos laborales. «Me quedaba con mis abuelos, Juan Félix y Amelia», apunta, reconociendo que «mis recuerdos estoy seguro que no difieren mucho de los de cualquier otro niño en época estival». En su caso, también había una pandilla con la que compartir buenos y malos momentos. «Desde chiquininos (sic) la hemos mantenido a lo largo de los años. Nos vemos cada verano e incluso una vez al año organizamos un viaje y vienen todos desde los diferentes puntos del país a visitarme a Madrid un fin de semana». No faltan entonces las apelaciones a las anécdotas infantiles y los ‘piques’ sobre todo al juego Comunio. «Nuestro grupo de WhatsApp se mantiene muy vivo y caliente», añade.

Y es que «salvo causas de fuerza mayor», las fechas de su estancia en Llera «están marcadas en rojo en el calendario». Tanto es así que, a sus 37 años, solo ha habido dos en los que no ha acudido en verano a la localidad pacense debido a que estaba con la selección española. «A día de hoy no cambiaría esos 10 o 12 días por ir ninguna otra parte del mundo», asegura. Sus ‘escapadas’ no son solo estivales, sobre todo desde que dejó el Joventut y fichó por el Real Madrid. «Estoy mucho más cerca. Cuando nos dan dos días libres, que la verdad es que es casi nunca, me escapo para montar una comida, una cena o compartir momentos alrededor de una mesa con mis amigos. La última vez que bajé fue en noviembre».

Ahora ya sueña con su próximo desplazamiento «si la competición nos lo permite». A juzgar por sus palabras, su enamoramiento por Llera es total: «Me gustaría invitar a todo el mundo a este pueblecito con tanto encanto, de pocos habitantes, pero donde cada uno de ellos te hace sentir como en casa y me abren las puertas cada verano y hacen sentirte como uno más. Cuenta con una gran gastronomía de producto artesanal, una riqueza cultural y unas fiestas en agosto que hacen que la gente dé lo mejor de cada uno».

El basket regional

La propia Federación Extremeña de Baloncesto le ha llamado para dar un clinic dentro de unos meses. «Me hizo ilusión que Jorge Santos, el secretario general, se acordase de mí», comenta. Ya hace tres años compartió otro curso con el técnico cacereño ‘Piti’ Hurtado. «Me quedé impresionado con los entrenadores extremeños por su capacidad de formación y asimilación de conceptos. Y desde ese momento, muchos de ellos han interactuado conmigo vía redes sociales o e-mail para proponer hacer conferencias para sus clubs. Desde ese día me quedé sorprendido por el seguimiento que tenía el baloncesto en Extremadura. No era consciente. Tanto la federación como la Junta ya son conocedoras de que estoy a su disposición siempre que me necesiten».

En esa línea sigue de cerca al máximo representante regional en basket masculino, el Cáceres Patrimonio de la Humanidad, de LEB Oro. Es amigo del histórico José Antonio Paraíso, con el que comparte agencia de representación. «Hablamos mucho sobre el equipo. El año pasado sufrimos hasta el final para la salvación. Este año la verdad que Roberto Blanco está haciendo una labor increíble cogiendo el relevo de Ñete Bohigas, que durante mucho tiempo realizó un baloncesto de muy alto nivel. Están consiguiendo resultados muy buenos, desplegando un juego muy vistoso», analiza. Él ha entrenado a Ferrán Ventura en su etapa de formación en el Joventut («guardo con él una relación muy especial») y también ha tenido en concentraciones de las selecciones españolas de base a Aitor Zubizarreta («en poco tiempo consiguió encandilarme por su capacidad de trabajo y profesionalidad»).

Un equipo de leyenda

Redondo no es un cualquiera. Ha ganado dos Euroligas como primer entrenador en categoría junior (2013 con el Joventut y 2015 con el Madrid) y desde hace cinco años ejerce como ayudante de Laso con la retahíla de títulos que eso supone. «Los dos papeles tienen un denominador común: la capacidad de sumar dentro de un colectivo», reflexiona. «En formación, está claro que mi papel era ayudar en el desarrollo del jugador en el sentido más amplio posible e intentar acompañarlo en un proceso formativo y llevarlo al máximo de su nivel sea cual sea su tope. Como profesional, está claro que el papel cambia por completo. Hablamos de jugadores consolidados, con unas capacidades innatas y adquiridas ya muy desarrolladas, y las situaciones individuales afectan a cada uno de manera desigual. Es por eso que hay que intentar siempre estar en el punto medio entre el apoyo incondicional al entrenador e intentar ser cercano al jugador para ayudarle a desarrollar su juego en las mejores condiciones», agrega.

Todo eso en un proyecto que está marcando una época. «Estamos ante uno de esos equipos que será recordado a lo largo de las décadas. Seguramente sea por todos los títulos, pero también sería injusto no hacerlo por los valores que transmiten como colectivo, ya sea en solidaridad como se han manifestado y han colaborado en esta época que estamos viviendo o en lo deportivo, como la capacidad de sufrimiento, esfuerzo, sacrificio y compañerismo, valores importantes en la sociedad actual», sostiene.

Comenta todo esto confinado, a la espera de lo vaya a suceder con la posible reanudación de la Liga Endesa y la Euroliga. «Hay que ser responsables. Al mismo tiempo me está dando tiempo a realizar actividades que quizá en el día a día no me da tiempo de realizar debido a la vorágine de viajes y partidos que tenemos, ya sea fomentando la lectura, innovar en la cocina o profundizar en un idioma nuevo, en mi caso el francés. Estoy teniendo mucho contacto con la familia y amigos gracias a la tecnología», concluye. Con acento extremeño, claro.