TEtstas semanas andamos, en el mundo del deporte, algo revolucionados. Se publicaron las ayudas para el alto nivel desde el Consejo Superior de Deportes con unos recortes que no por esperados dejan de ser más duros.

La federación de atletismo, en lo que me toca, no hizo bien los deberes y la previsión se quedo a un buen porcentaje de recorte de la realidad y este próximo viernes toca sacar de nuevo las tijeras y volver a recortar.

Mi punto de vista y mi postura, y más como presidente de la Asociación de Atletas del Equipo Nacional, está claro. Hay que priorizar sobre el sujeto o los sujetos del deporte, sobre el deportista y su proyecto deportivo junto al entrenador, ya que en gran parte son el objeto final del deporte, de las federaciones y del apoyo al alto nivel por parte del Estado.

Sin embargo, a nuestro lema de "sin atletas no hay atletismo" se contrapone el que enarbolan otros estamentos como el de "sin clubs no hay atletas", ya que son los encargados de la promoción deportiva.

Esta aparente dicotomía conlleva en ocasiones a pensamientos extremos por ambas partes, desde que no se necesitan deportistas de alto nivel para el deporte, con lo que este perdería su sentido original, o no se necesita del trabajo de base y promoción de clubs y entidades deportivas como federaciones territoriales.

Con un símil del campo que reflejo en el título de la columna, todos tenemos claro que hace falta sembrar para después recoger los frutos, si dejamos de hacer alguna de las actividades el trabajo de la otra no servirá de nada o será infructuoso.

Pero ante la falta de recursos, lo que no puede ser es que todos queramos hacer de todo, los clubs de promoción tener equipos de alto nivel y las federaciones nacionales, que deben cuidar el alto nivel, promocionar el deporte desde la base. Como diría el rico refranero español: "Cada mochuelo a su olivo".