El presidente del Consejo Europeo, Hermann Van Rompuy, y el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, ven necesario vigilar a Italia para reforzar la credibilidad del país. En este sentido, han confirmado la decisión de que la Comisión Europea (CE), de forma permanente, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) cada tres meses, monitoricen los planes de ajuste de Italia. Barroso ha asegurado que el contagio de la crisis de la deuda soberana a Italia es evidente. "Se ve en la evolución del diferencia del bono italiano", ha dicho.

Segun los dos dirigentes europeos, la decisión de monitorizar a Italia para que siga la senda marcada por las autoridades de la eurozona se desprende al parecer de los acuerdos finales alcanzados en la Cumbre europea de los dias 26 y 27 de octubre, aunque pasó desapercibido. Esta conclusión podría formar parte de un apartado general, en el que no se menciona específicamente a ningún país, por lo que el control de Italia podría ser extendido a cualquier otro país que sufra la falta de credibilidad en los mercados.

Van Rompuy se ha afanado en justificar, a iniciativa propia, que el acuerdo alcanzado con Italia se ha realizado en una "atmósfera de cooperación". "No hemos puesto a Italia contra las cuerdas", ha afirmado.

En cuanto a los acuerdos alcanzados por el G-20, Barroso ha indicado la disposición de los países reunidos en la Cumbre de Cannes a aumentar los recursos del FMI rápidamente si es necesario para contribuir a la estabilidad financiera global. Barroso ha asegurado que del G-20 tambien ha salido la voluntad de acelerar al maximo el cortafuegos europeo para calmar la crisis de la eurozona.

"Los tiempos de los mercados no son los mismos que las democracias", ha dicho. Respecto a Grecia, ambos dirigentes han destacado laa voluntad de mantener a Grecia en el euro y han deseado que pais retorne a la estabilidad politica cuanto antes. "Ha sido una cumbre exitosa, pero para ser honestos queda mucho por hacer para mantener la estabilidad global", ha dicho Barroso.