La red QAnon es la más reciente aportación de la extrema derecha estadounidense a los delirios conspiranoides alentados por Donald Trump para desacreditar a sus adversarios políticos, al mundo liberal y a aquellas instituciones que no controla, como la comunidad de inteligencia.

QAnon es una teoría de la conspiración de internet sin fundamentos cuyos seguidores creen que el mundo está dominado por una sociedad secreta formada por demócratas adoradores de Satán, famosos de Hollywood y multimillonarios que fomentan la pedofilia, el tráfico de personas y que extraen una sustancia química de la sangre de los niños que han sido abusados y que supuestamente les alarga la vida. Los seguidores de QAnon creen que Donald Trump está llevando a cabo una batalla secreta contra este grupo y su «estado profundo» de colaboradores para sacar a la luz a los malhechores y enviarlos a todos a la prisión de Guantánamo.

Existen muchos relatos dentro de la narrativa QAnon y todos son igual de inverosímiles e infundados. Incluso hay tramas secundarias que aseguran que John F. Kennedy Jr. está vivo (no lo está), que la familia Rothschild controla todos los bancos (no es cierto) y que la tienda de muebles Wayfair vende niños en su página web (no lo hace). Hillary Clinton, Barack Obama, George Soros, Bill Gates, Tom Hanks, Oprah Winfrey, Chrissy Teigen y el papa Francisco son solo algunas de las personas que los seguidores de QAnon han designado como villanos de su realidad alternativa.

Se trata de un instrumento de intoxicación informativa que da por segura la existencia de una red pedófila dispuesta a dar un golpe dirigido por personalidades demócratas a las que el presidente investiga. La teoría es simplemente delirante, pero en una sociedad dividida hasta el paroxismo, gana adeptos y forma parte del universo alternativo creado por Trump. Nada hay en QAnon que responda a algo diferente a la maquinaria productora de falsas noticias y a la disposición de muchos partidarios de Trump de no aceptan más aproximaciones a la realidad que las de su líder. El riesgo no reside tanto en la existencia de QAnon como en su capacidad de contaminar y expandirse en una sociedad partida en dos (y a otras con similares escisiones) en la que cada bando ha acabado viendo al otro como un enemigo. Y el riesgo se antoja aún mayor si Trump pierde la elección de hoy y presenta el resultado como fruto de una conspiración.