Catalina Tolosa Morán, la última víctima de violencia de género, no encontró la muerte en una pelea con su asesino, sino que quien le quitó la vida quiso matarla a conciencia, según se desprende de los datos que ha sacado a relucir la autopsia, realizada ayer por la mañana en el Instituto de Medicina Legal de Badajoz. Fuentes conocedores del informe forense informaron a este diario de que el cuerpo sin vida presentaba "multitud" de heridas, tanto incisas como contusas, producidas no solo a consecuencia de los golpes de un martillo, como al principio trascendió en la información oficial que se ofreció sobre las circunstancias del fallecimiento, sino que se realizaron con un arma blanca, que también empleó el asesino. La mujer presentaba lesiones en la cabeza y en el tórax.

Las mismas fuentes señalaron, literalmente, que la muerte fue "muy violenta" pero se negaron a especificar cuántos cortes y golpes recibió la víctima, que fueron numerosos, un dato que recoge el informe forense que se entregó a la Guardia Civil. La autopsia se prolongó varias horas.

Catalina Tolosa, de 69 años, perdió la vida a manos de su marido, Manuel Delgado Gómez, de 78, el domingo hacia las 13.45 horas, en la vivienda que ambos habían compartido en Villafranca de los Barros hasta pocas semanas antes, cuando él fue denunciado por ella y el juez dictó una orden de alejamiento. Tras cometer su crimen, el marido se entregó voluntariamente en el cuartel de la Guardia Civil. Según informó la Delegación del Gobierno, posiblemente hasta hoy no pasará a disposición judicial, una vez que se ultimen las diligencias y el atestado, porque están siendo muy prolijos.

Cati, como la conocían en el pueblo, era natural de Almendralejo pero llevaba muchos años en Villafranca, donde había regentado una tienda de ropa, El Mercadillo , en la calle Larga, hasta que se jubiló. Todos los vecinos entrevistados por este diario coincidieron en elegir las mismas palabras al describir a esta mujer: "una bellísima persona". Tanto era así, que ella misma se enorgullecía de que, cuando cerró la tienda, "no le habían dejado a deber ni un duro".