El Gobierno de Extremadura, los partidos políticos y los sindicatos realizan un llamamiento para hacer un último intento para salvar a Siderúrgica Balboa, uno de los símbolos industriales de la región, que ha anunciado hoy el cierre de la planta.

La empresa, perteneciente al Grupo Alfonso Gallardo, cerrará sus instalaciones en Jerez de los Caballeros el próximo 19 de noviembre y despedirá a sus 534 trabajadores.

La empresa lamenta "tener que tomar este duro y drástico paso, pero la falta de remanente hace imposible sobrellevar la difícil situación de la planta si no se llevan a cabo las medidas planteadas en el plan de viabilidad".

La noticia ha sorprendido ya que el plazo legal de consultas no finaliza hasta el 18 de noviembre, por lo que el presidente del Comité de Empresa, Juan Méndez, ha interpretado que la dirección intenta "meter presión" a los trabajadores.

Méndez ha considerado que el anuncio responde a la forma de actuar de la dirección de la empresa, que ahora quiere presionar a los trabajadores, a los que ha "puesto de escudo" a pesar de que no son los "culpables" de la situación.

El secretario general de Metal, Construcción y Afines de UGT Extremadura (MCA-UGT), Miguel Ángel Rubio, ha defendido que el plan de viabilidad era la solución "menos mala" y, una vez rechazado por los trabajadores, había "poco margen de maniobra".

Ha valorado el preacuerdo que alcanzaron en su día los tres sindicatos, UGT, CCOO y CSIF y la mayoría del Comité de Empresa con la dirección para evitar la clausura.

El preacuerdo afectaba a la parte comercial, la producción, la refinanciación de la deuda de 481 millones y la laboral, que recogía 117 despidos condicionados a las bajas voluntarias.

Sin embargo, los trabajadores rechazaron el preacuerdo siguiendo la línea del presidente del Comité de Empresa.

Rubio ha indicado que nunca se puede "tirar la toalla" y ha apuntado como salida para evitar el cierre, que los trabajadores, de "motu propio", pidan la recuperación del plan de viabilidad y que la empresa, ahora, esté en disposición de respetarlo.

La segunda salida que ha planteado es la solicitud de un arbitraje.

El presidente de Extremadura, José Antonio Monago, ha pedido "altura de miras" a los representantes de los trabajadores y a la dirección de la empresa para que pongan "lo mejor de cada uno" y consigan hacer viable la planta.

"Esta interlocución se está produciendo y todavía hay plazo", según ha dicho a los medios Monago, que ha mostrado su preocupación por la situación de la planta.

Posteriormente, en una entrevista en la Cadena Ser, ha mostrado su convencimiento de que la empresa tiene "viabilidad de futuro" porque así lo dicen "las propias entidades financieras sobre las que recae una deuda importante", aunque entiende que "hay que hacer ajustes" cuyo alcance tienen que acordar ambas partes.

El secretario general del PSOE en Extremadura, Guillermo Fernández Vara, ha dicho a Efe que el cierre de la planta es una "pésima noticia" para los 534 trabajadores, para la comarca y para Extremadura, por lo que confía en que se puedan "redoblar" los esfuerzos para superar esta "dramática situación".

A su juicio, se cae el "símbolo" del desarrollo industrial en Extremadura, por lo que no es el momento de reproches, de perder la esperanza.

El coordinador regional de IU, Pedro Escobar, ha asegurado a Efe que el anunciado cierre es un "fracaso colectivo de toda la sociedad extremeña" -incluidos los políticos- y ha pedido un "último gesto" o "llamada" para evitar esta "tremenda noticia".

Escobar ha lamentado la decisión "suicida" del Grupo Gallardo, ya que se abre una situación dramática que los 534 trabajadores afectados y el empleo indirecto.

El portavoz de los regionalistas del Prex-Crex, Damián Beneyto, ha calificado de "drama" el despido de los 534 trabajadores y ha opinado que la denegación de la declaración de impacto ambiental (DIA) a la Refinería Balboa, proyectada por el mismo grupo empresarial, también ha afectado a la crisis de Siderúrgica.

La alcalde de Jerez de los Caballeros, Margarita Pérez Egea, ha indicado que mantiene la esperanza de que ambas partes lleguen a un acuerdo y que, con independencia de lo que ocurra finalmente, sigue reclamando un plan especial para la zona.