Seguir adelante con las reformas liberales que permitieron el ingreso en la Unión Europea (UE) o aupar al poder a los que prometen políticas más sociales. Ese es el dilema al que se enfrentaban ayer los 4,3 millones de eslovacos llamados a votar en las primeras elecciones legislativas tras la entrada del país en la UE.

"Lo que nos jugamos en estos comicios es la continuidad de las reformas", proclamó el viernes el primer ministro y aspirante a un tercer mandato, Mikulas Dzurinda, durante el mitin de cierre de campaña en Bratislava. Respaldado por una coalición de centroderecha, Dzurinda condujo el ingreso de Eslovaquia en la UE llevando a cabo una serie de reformas liberales que convirtieron a este antiguo territorio comunista en paraíso de inversores extranjeros e hincharon las cifras de crecimiento económico. Pero también hicieron más profundo el abismo social.

DESEO DE CAMBIO Del descontento de muchas capas de la sociedad eslovaca frente a este asunto se nutre el discurso del candidato de la izquierda, Robert Fico, quien ha prometido suprimir las que llama "reformas antisociales". Su partido, Smer, ha dicho, "no quiere una Eslovaquia en la que los bancos ganan billones y los envían al extranjero", y las encuestas apuntan que sus palabras han calado. El 29% o 30% de votantes estaban dispuestos a respaldarle.

El partido de Dzurinda, la Unión Democrática y Cristiana de Eslovaquia (SDKU), solo obtenía el 12% de la intención de voto en los sondeos, pero el primer ministro no tiene a priori nada que temer. Dos de sus potenciales aliados han ganado terreno en las encuestas y permiten pensar en una coalición con cerca del 37% del apoyo popular. A su serenidad también contribuye el hecho de que Fico carece de aliados en otros partidos, aunque no es menos cierto que el centroderecha lo tendrá muy difícil para conseguir la mayoría absoluta en el Parlamento.

Así las cosas, una de las principales preocupaciones de los políticos era la baja participación. Los sondeos apuntaban a que esta rondaría el 50%, la más baja desde la independencia del país, en 1992. El presidente, Iván Gasparovic, hizo un llamamiento a los votantes para que acudieran a votar "incluso si están decepcionados de la política".