La medina de Saná estaba ayer vacía de turistas. Los pocos extranjeros que andaban por ahí eran exiliados e inmigrantes que trabajan en Yemen. Y es que el atentado del lunes, que costó la vida a siete españoles y dos yemenís, ha obligado a muchos extranjeros a acortar sus vacaciones en el país árabe, y a otros a cancelar sus viajes.

"A algunos centros turísticos ya no se puede ir porque las autoridades impiden el paso de los extranjeros", afirma el italiano Piero Ambroshetti que, junto a su mujer y dos hijos, viaja de regreso hoy a casa. "Teníamos pensado quedarnos aquí hasta el 24 de julio, pero pocas cosas podemos hacer".

En su plan inicial de viaje tenían planeado ir hoy a Marib, donde se registró el atentado. Cuando se enteraron del ataque, anularon la excursión. Los Ambroshetti viajaron a Saná en el mismo avión que el grupo de españoles. La primera vez que los vieron fue hace una semana en el aeropuerto de Roma.

"Recuerdo a uno de ellos en especial", explica Piero. "Era un hombre alto y delgado, que parecía el guía". Se refiere al vasco Mikel Essery, uno de los fallecidos en el atentado. "Se le veía un hombre apasionado por Yemen. Además hablaba árabe, lo vimos cómo gestionó la visa a todo el grupo cuando llegó aquí". Su hijo Devide recuerda a una chica que se pasó gran parte del viaje jugando con una niña yemení.

Una muestra del bajón turístico que se ha registrado es que hace dos días, en la localidad de Al Hajjara, solo había 10 extranjeros, cuando lo normal es que visiten esta zona unos 100 al día. La demencia de Al Qaeda está hundiendo un sector que ayuda a sobrevivir a la débil economía del país. "Estos terroristas no tienen nada que ver con nosotros", dice un taxista.

CONDENA GENERAL "Aquí sentimos mucho lo que les ha pasado a tus compatriotas. Lo sentimos los yemenís y también el resto de musulmanes", dice un hombre de unos 50 años. No es el único. Basta decir que eres español para que los yemenís muestren su indignación y rabia por lo ocurrido.

María Asunción Vitorica seguía ayer hospitalizada en el hospital de Saná y se descartaba su evacuación debido a su estado de "extrema gravedad", según los médicos que la atienden. En cambio, Esteve Masó y Julia Vilaró mejoraban de sus heridas en los hospitales españoles.

El embajador de España aseguró que las investigaciones sobre el atentado "marchan bien". La policía ha detenido a una veintena de sospechosos y seis agentes españoles se han incorporado a las pesquisas.