Con sombrero, camisa blanca y pantalón negro, el presidente hondureño, Manuel Zelaya, depuesto y expulsado hace casi tres meses, se asomó la tarde de ayer (noche en España) desde una terraza de la embajada de Brasil en la capital hondureña, Tegucigalpa, y saludó a millares de sus seguidores que coreaban: "¡Sí se pudo!". Finalmente, Manuel Zelaya consiguió volver. Y esgrimió de nuevo la palabra "diálogo" en el centro mismo de la palestra.

"¿Dónde está Zelaya? ¿Dónde está Mel?", se preguntaron durante horas medio mundo y toda Honduras. El mismo dijo por teléfono que, tras una "estrategia pacífica para no provocar ningún tipo de violencia", consiguió regresar al país. "Estoy en la capital haciendo algunas gestiones, con el fin de iniciar el diálogo para la reconstrucción de la democracia en Honduras", aseguró el presidente depuesto. Mientras el gobernante de facto, Roberto Micheletti, y el Ejército negaban aún esa presencia, su esposa, Xiomara Castro, reveló que Zelaya se encontraba en el embajada de Brasil.

NEGACION GUBERNAMENTAL Fueron sus asesores los que hicieron correr la noticia. La viceministra de Asuntos Exteriores de su Gobierno, Beatriz Valle, se negó a dar detalles, pero el embajador ante Estados Unidos, Eduardo Reina, aseguró que el exmandatario estaba en la sede de la ONU en Tegucigalpa. Enseguida, millares de seguidores del presidente derrocado, al que llaman Mel, acudieron a reunirse frente a ese edificio. "Es terrorismo mediático. La idea es decir que Zelaya está ahí para provocar una concentración de sus seguidores", exclamaba el golpista Micheletti. "Son mentiras, Manuel Zelaya no está aquí", añadía un portavoz de las Fuerzas Armadas hondureñas.

La portavoz de la ONU, Ana Mendoza, confirmó: "Zelaya no se encuentra aquí en la Casa de las Naciones Unidas". Pero más tarde, Xiomara Castro señaló hacia la embajada brasileña y esta acabó por confirmar que albergaba al presidente del sombrero. A la sazón, el presidente venezolano, Hugo Chávez, había anunciado a bombo y platillo una hazaña en la que, con dos sonoros pero frustrados regresos, colaboró desde que el golpe militar acabó con el Gobierno de su aliado: "Informo que el presidente Zelaya, viajando durante dos días por tierra, cruzando montañas, ríos, arriesgando su vida, apenas con cuatro compañeros, logró llegar a la capital de Honduras y está en Tegucigalpa".

Tras el fracaso de otras mediaciones, Chávez volvió a tomar la voz cantante y añadió: "Exigimos a los golpistas que respeten la vida del presidente. Que entreguen el poder pacíficamente". La esposa de Zelaya subrayó: "El está muy bien, se encuentra en perfectas condiciones y está dispuesto a iniciar el diálogo".

OBJETIVO DE DIALOGAR El propio presidente depuesto hizo después un llamamiento a sus seguidores para que se trasladaran a rodear la sede diplomática de Brasil. Derrocado y sacado en pijama del país por los militares el 28 de junio, Zelaya reiteró que ha vuelto para "dialogar" y "diseñar un camino para retornar a la paz y la tranquilidad". Pidió que el pueblo hondureño vaya a la capital para protegerlo y a las Fuerzas Armadas que no traten de impedir su presencia.