Tapado por la niebla, como si no le importara correr mojado y con frío, jadeando como los demás, pero con buenas sensaciones y con la satisfacción de comprobar que al primer acelerón importante solo Carlos Sastre aguanta su rueda. Alberto Contador da miedo. Sí. Sabe que se ha apuntado a la Vuelta para hacer historia porque él es el único que puede lograr la hazaña, si triunfa en Madrid, de pasar a la ilustre, notoria y corta lista de corredores que han ganado las tres grandes.

Por eso aprovechará cualquier escenario favorable. Ayer, en La Rabassa, cumbre que conoció mientras cumplía el injusto castigo del Tour, sabía que el lugar no estaba llamado a recopilar minutos de renta. Era una cima para comenzar a arañar segundos. "¿Cómo he entrado? ¿Tengo bonificación?". Así cruzó la cima andorrana, sin tener la confirmación absoluta de que había sido tercero por detrás del espigado Alessandro Ballan --fugado durante toda la etapa y que encontró el doble premio del triunfo y el liderato-- y el voluntarioso Ezequiel Mosquera. Contador entró tercero y el puesto lo recompensó con 8 segundos de renta, a los que sumó otros 5 de beneficio sobre Sastre y un total de 55 ante Alejandro Valverde. "¡Vaya pajarón que llevo! ¡Vaya pajarón!" Era la única frase que el murciano podía articular.

Tal fue el día de perros que ni siquiera el helicóptero (por niebla) y el avión de televisión (por turbulencias) pudieron volar. Se corrió como en los años 50, sin imágenes en directo, y hasta parecía que en blanco y negro de tanta niebla que había.

SIN VISION Apenas se veía nada. Tenías que estar pendiente de cómo frenabas por el agua y de quitarte o ponerte el chubasquero según estabas en una subida o una bajada". Así lo explicó Sastre, firme, como un bloque de hormigón y siempre atento a Contador, porque sabe que es el más fuerte, porque ha comprobado que esta Vuelta se anuncia como un duelo entre los dos últimos ganadores del Tour. Y porque esto es sensacional, tan grande, tan bonito y tan magnífico que hasta ayer emocionó a Dani Pedrosa, que siguió toda la etapa en el coche auxiliar de Sastre.

"Hasta siete veces ha atacado y una y otra vez hemos logrado neutralizarlo". Lo que nadie vio fueron estas ofensivas de Contador que relató Sastre. Hubo instantes en que se quedaron solos los dos vencedores del Tour, Leipheimer e Igor Antón, la perla del Euskaltel que ya saluda desde la novena plaza.

A dos kilómetros Contador se levantó de la bici para no volver a sentarse más. Allí fue donde se descolgó Valverde.