-Ha publicado el libro ‘Ciencia para la Consciencia’. Vayamos al grano, ¿qué provoca el estrés?

-El estrés es la consecuencia química del sufrimiento emocional, al que tu cuerpo da una respuesta para protegerte.

-Según diversas investigaciones las personas con estrés crónico tienden a tener un cerebro más pequeño...

-Cuando estás en estrés te contraes porque se supone que tu vida física está en peligro, te está persiguiendo un animal. Tienes un riesgo físico para la vida, tus tejidos encogen para que tu herida sangre menos. Es una cascada de consecuencias, sube el nivel de azúcar, los tejidos se glicolisan, te contracturas. De manera que parece bastante lógico que también tu cerebro se contraiga.

-Dicen que el cerebro puede ser domado igual que el cuerpo. Existen ejercicios para adquirir confianza y controlar el estrés y las emociones...

-Existe sobre todo, en mi opinión, el conocimiento de cómo funciona el cerebro. En el momento en el que lo entiendes y qué signos físicos te ofrece el cuerpo para que tú sepas si estás en estrés y cómo controlarlo, aprendes a gobernar ese mecanismo. El cerebro es un mecanismo. El cerebro es una máquina.

-¿Las grandes victorias son psicológicas?

-¿Qué es psicológico? Esa es la primera pregunta. Las grandes victorias son las que se consiguen cuando tienes desconectado el temor. Porque cuando lo desconectas, todo lo demás se conecta y todo lo demás es la excelencia, a todos los niveles. Eso es lo que te corresponde, la excelencia. Pero ante el riesgo, se prioriza tu vida.

-Aseguran que para conseguir un objetivo hay que recordar logros alcanzados en el pasado, reforzar la idea de: “Yo soy bueno. Yo lo puedo hacer”. Confiar en uno mismo...

-El cerebro es un mecanismo que solo puede vivir en presente continuo, de tal manera que cuando piensas algo lo recuerdas o lo proyectas al futuro, lo temes del futuro. Lo que tu cerebro interpreta es que eso está sucediendo ahora, de modo que cuando tú recuerdas un acontecimiento pasado grato, tu cerebro tiene la reacción química que tuvo en aquel momento. Y si el recuerdo era desagradable, ocurre a la inversa. ¿Por qué te asustas cuando ves una película de terror, es que no sabes que eso es mentira?

-Ya, pero tenemos un saboteador interno que, en cuanto te descuidas, empieza a minarte la confianza...

-Claro, el miedo, el temor, que te lo han inculcado hasta la médula. Naciste con temor, todo tu entorno te lleva a que tengas miedo, miedo de no ser bastante, del qué dirán, de no poder, de no alcanzar, de lo que te pasó, de lo que te puede pasar... esa inseguridad va a mantener tus hemisferios desconectados.

-De modo que hay que volver a uno mismo, a lo que realmente eres, sin hacer caso a ideas o a las opiniones de otros....

-O más fácil: aprender de qué forma funciona tu cerebro y empezar por el final. Lo más sencillo es empezar por el final, si tú tienes un mecanismo biológico tienes que aprender cómo funciona y aprender a detectar cuándo está funcionando bien, qué es lo que lo hace funcionar bien, aprender a empezar por el final. Tú estás hecho de agua, y en tu boca, en la saliva de tu boca, se detecta si el cerebro está funcionando en la excelencia o en la emergencia. Entonces puedes empezar por ahí para llegar a lo demás...

-No entiendo lo de la saliva...

-Tú estás hecho de agua. La práctica totalidad de tu cuerpo es agua. El agua tiene memoria. De hecho tu cerebro es básicamente agua, tiene memoria. Cuando tú entras en estrés, cuando tu cuerpo está produciendo las sustancias del estrés, el agua de tu cuerpo tiene una mayor cantidad de glucocorticoides, hormonas que has ordenado fabricar por si te ataca el león, para que no sangres mucho, para que la herida se detenga pronto, para que una infección se pueda combatir. Ese nivel de azúcar, aunque sea puntual, hace que el agua de tu cuerpo no sea tan líquida, no sea tan fluida. Fíjate que cuando tú estás en estrés la boca se seca, o la saliva se pone pastosa, espesa, espumosa. Y sin embargo la máxima expresión de felicidad es ‘se me cae la baba’.

-Y hay que saber respirar...

-Sí. Respirar. El único momento que tienes seguro en la vida es hasta la siguiente respiración. Fíjese si es importante. Nos separa de la muerte una respiración. Si la siguiente respiración no llega, se acabó todo. Es importante aprender a respirar, muy importante. La meditación... es que cuando meditas paras la mente. Meditar es un concepto muy equivocado. La gente piensa que meditar es concentrarse en algo, pensar en algo. Y no, meditar es estar en medio, estar en la mitad de los tiempos, ni en el pasado ni en el futuro; en el presente: el único tiempo, el único estado que el cerebro puede entender. El cerebro es una máquina, no se puede ir a ningún tiempo. Es tu energía la que puede viajar a otro tiempo y volver, viajar y volver, pero el cerebro, no, el cerebro va a estar dentro de tu cráneo siempre.

-Y comer bien, descansar, mantener afectos satisfactorios…

-Claro, ser feliz. El pasado, por duro que sea, ha pasado. Y el futuro lo puedes organizar con tu experiencia de pasado, puedes hacer un futuro mejor, no tienes que temerlo; por lo tanto, la felicidad, el afecto, el tener presencia, el estar presente, el tener tu consciencia en lo que estás haciendo ahora. Si estás haciendo el amor, pon todo, no solamente tu cuerpo, ponte todo entero tú ahí; si estás cocinando ponte entero ahí; si estás barriendo la casa, ponte entero en barrer la casa. Hagas lo que hagas, ponte en lo que estás haciendo en ese momento.

-La sociedad, las redes, nos dicen que debemos ser felices, altos, guapos, vigorosos... No hay derecho a un desliz...

-Por eso me empeño en que a la gente no le tienes que decir qué tiene que hacer, sino cómo utilizar bien los mecanismos de pensar para que luego haga lo que le dé la gana. Es decir, todos hacemos un viaje y para hacer ese viaje de la vida tu cuerpo es tu vehículo. Aprende a gobernar tu cuerpo y luego haz lo que quieras.

-¿Por qué casi nadie quiere admitir que está deprimido?

-Porque no mola. Mola más decir: ‘Yo puedo, yo soy poderoso’, aunque sea mentira.

-¿Qué son los ataques de pánico?

-Pueden tener también un componente físico. Cuando entras en estrés, cuando en tu torrente sanguíneo hay una cantidad suficiente de hormonas de catecolaminas, tu parrilla costal, la musculatura que hay entre tus costillas, que es muy fuerte, muy potente, empieza a no poder abrirse y cerrarse. Para que tú puedas respirar bien, tienes que hacer que tu diafragma y tu parrilla costal se abra y se cierre. Cuando entras en estrés, la parrilla costal cada vez se abre menos y sientes que te falta el aire. Llega un momento en que tienes la sensación de que te han puesto un zapato encima del pecho, y no puedes respirar. Pero eso se resuelve casi de inmediato, cuando retomas la consciencia de que haciendo saliva, manteniendo saliva líquida en la boca, ordenas relajar tu musculatura, y eso sucede. En mi libro hay testimonios de personas que llegaron a la consulta sufriendo ataques de pánico continuos. Recuerdo gente que llegaba temblando de pies a cabeza y salía completamente relajada. Muchas personas han prestado su testimonio al libro, he podido poner como 20 o así. Hay innumerables testimonios de personas diciendo: “En cuanto aprendí cómo funcionaba mi cerebro, el 80% de mis problemas desapareció; y luego los he ido resolviendo”. No te vas a ir a vivir al mundo de Yupi, vas a seguir teniendo problemas, pero los vas a manejar mejor.

-Luego están las terapias de grupo...

-No creo en ellas. No son lo ideal. Puedes hacer seminarios, enseñarle a todo el mundo cómo funciona el cerebro, y demostrarlo. Porque aquí no estamos hablando de teorías, estamos hablando de coger a una persona y decirle: «Tu cerebro funciona así y te lo voy a demostrar, y te lo vas a demostrar a ti mismo». Las terapias grupales funcionan muchísimo peor que las individuales, porque siempre en el grupo va a haber alguien que domine al resto. Te vas a ver arrastrado por el líder natural de ese grupo.

-¿Y qué opina de los psicofármacos para abordar los problemas depresivos, cree que los medicamentos solo reducen los síntomas temporalmente, que aquello que detona el miedo sigue ahí, aunque se pretenda obviarlo?

-No entro. No puedo opinar de eso, pero sí creo que la mejor farmacia del universo está en tu cerebro, lo cual no significa que si en un momento dado necesitas ayuda, la tomes, pero como algo puntual. En tu cerebro existe la farmacia más poderosa del universo. Tienes que aprender, no tienes que hacer nada, solo tienes que permitir que suceda.

-Una encuesta dice que en las últimas dos semanas el 19% de la población española mayor de 15 años ha consumido tranquilizantes para dormir...

-El temor. Me está hablando de gente joven. ¿Qué entorno tienen? Violento, absolutamente violento. Tienen que pasar horas y horas estudiando cosas que no les interesan, que no les van a resolver la vida, que no valen para nada. ¿Cómo quiere que estén? Pues no pueden dormir, claro que no.

-Si te felicitan cien personas por Facebook, pero no las conoces, parece que algo hacemos mal...

-Sí, claro, o bien. Porque a mí en Facebook no me va a juzgar nadie. Entonces puedo tener un amante en Pakistán y decirle que soy una chica guapísima, rubísima, esbeltísima, monísima de la muerte y cuando me canse le doy al botón y el amante desaparece. Y mi entorno, no. Mi entorno me dice que no puedo ser mayor, que no puedo tener arrugas, que no puedo tener el culo gordo, que no puedo tener michelines. Es natural que la gente quiera mostrar lo mejor de sí misma o aquel imaginario.

-O sea que el mal está en la sociedad, no en la red...

-El problema está en que la gente vive con temor y toda su vida se tiene que orientar, de alguna forma, a buscar apoyos.

-Del suicido muchos prefieren no hablar, lo cual no tiene sentido cuando en España se quitan la vida unas 3.000 personas al año...

-Cuando alguien viene a la consulta y me dice que tiene una depresión, y hablamos y me dice: “Mi hijo, mi hija, mi marido, se ha suicidado...”, le digo: «Puedo abrazarte y llorar contigo, no tengo una forma de consolarte». No me extraña que el índice de suicidios aumente. Tú estás pensado para la excelencia y no puedes vivir en la emergencia, no te corresponde. Entonces, cuando estás viviendo en la emergencia no le encuentras sentido a la vida. Te das cuenta de que no alcanzas, de que no eres, de que no puedes, de que no llegas, de que no sirves... te ponen una etiqueta desde que naces. ¿Para qué, qué sentido tiene vivir así si no puedes encontrar la felicidad, qué sentido tiene la vida?

-¿Qué hacer si no encuentras sentido al levantarte?

-En mi humilde opinión, aprender a gobernar tu cerebro, entender el vehículo con el que vas a vivir 60, 70, 100, 25 años... Conducimos un vehículo, somos seres de energía viviendo en un cuerpo físico durante un tiempo. Es un vehículo ¿si no sabes conducir, qué te puede pasar?

-¿Estar al tanto de las redes sociales forma parte de nuestro día a día. La epidemia de la ansiedad está asociada a la revolución digital?

-Pero si es que la revolución que más necesitamos es la individual. Reencontrarnos, experimentar lo que es vivir sin temor un rato, descubrir nuestro poder, y ahí, en ese momento, empiezas a darle la vuelta a todo.

-¿Por qué no pedir un día de baja por agotamiento mental?

-Cuando vamos a una empresa y enseñamos a los empleados cómo funciona su cerebro, el absentismo laboral disminuye, cuando se lo enseñamos a los niños, los aprobados aumentan. ¿Por qué sucede eso? Porque tú estás pensado para la excelencia, la emergencia no te corresponde, es algo puntual para defenderte de un peligro puntual.

-¿Las empresas deben mantener algo de nervio entre los trabajadores pero sin inducirles al estrés?

-Si la gente supiera que cuando fastidia a un empleado, a un hijo, a un amigo, el primer cerebro que recibe la información es el suyo, el del que está fastidiando, evitarían muchas veces presionar a los demás. Porque si yo ahora te digo: «Eres tonto», ¿qué cerebro ha recibido primero esa información? El mío. Y actúa sobre mí. Porque tú puedes pensar: «Aitana está despistada, esta chica es una maleducada, cómo ha cambiado»... o puedes no hacer ni caso: «Hombre, pues no me conoce, me ha llamado tonto, me da igual lo que me diga». Pero mi cerebro lo ha recibido con la intención que yo lo he dicho. Yo te he dicho: «Eres tonto», y mi cerebro lo ha recibido como verdad. A mí me afecta, a ti no.

-¿Usted ha sufrido estrés?

-Claro, mucho. Tanto como para tomar la determinación de abandonar todo lo que había estado haciendo durante toda mi vida.

-¿Es necesario el sexo para liberar?

-Claro, el sexo te lleva a la iluminación. ¿Qué piensas durante un orgasmo? Noooo, ¿qué vas a pensar? Si durara 20 minutos, ¿qué pasaría, se imagina, 20 minutos sin pensar, solo sintiendo? El sexo es imprescindible, porque es imprescindible sentirse amado y amar, porque estamos creados para eso.

-Y luego están los traumas...

-Mi perspectiva siempre es: si alguien te ha dañado una vez en tu vida, hace 10 años, vale, tuviste una pelea en tu vida, te dejó el novio o la novia, y tú estás recordando todos los días aquello, todos los días, cuatro veces al día. Aquella persona te hizo daño una vez, ¿Cuántas veces te lo estás haciendo tú a ti mismo? Cuando sabes modificar esa información, la próxima vez que la sacas se ha modificado y te duele menos.

-¿Psicoterapeutas, psiquiatras o psicólogos?

-No soy médico, enseño a la gente a manejar su cerebro. Le demuestro que el cerebro funciona de una determinada forma y a partir de ahí tú tomas tus propias decisiones. Aprender a manejar tu cerebro lo puede hacer un terapeuta como yo.