El patio trasero -y depresivo- del optimismo depredador que ha marcado el carácter de Silicon Valley es un sanatorio llamado Esalen Institute, un histórico hotel para ‘hippies’ en la costa sur del Pacífico, en California -dicen que el legendario periodista Hunter S. Thompson triscaba por allá desnudo- y que ahora reúne a tecnólogos con necesidad de «aclarar sus conciencias» sobre el mundo que están diseñando. «Los directores ejecutivos están dañados, no pueden dormir de noche», afirma Ben Tauber, de 35 años, director del centro y exejecutivo de Google que hace suya la invectiva que lanzó Jeff Hammerbacher, antiguo jefe de datos de Facebook: «Es un asco: las mejores mentes de mi generación se dedican a pensar cómo hacer que la gente pinche en anuncios». En Esalen, donde confluyen inversores, altos ejecutivos y aficionados al ‘new age’, se alternan las charlas sobre depresión, tecnoética y espiritualidad con paseos, meditación, yoga y alimentación. El año pasado tres corrimientos de tierra en primavera provocaron que todas las vías de acceso a Esalen quedaran cortadas. Mientras estuvo cerrado -fue reabierto en octubre- acumuló un millón de euros al mes en concepto de pérdidas.