Antonio Montero, que hoy pone fin a su mandato como arzobispo de Mérida-Badajoz, mostró ayer su "veneración" por Mérida, y su satisfacción por haber sido el primer arzobispo de esta provincia eclesiástica. Estas manifestaciones las realizó tras inaugurar, junto al alcalde Pedro Acedo, una avenida dedicada a su persona, situada en la parte trasera del teatro romano y que hasta ayer se llamó avenida de los Estudiantes.

Durante su intervención, monseñor Montero bromeó sobre su doble condición de "emeritense y emérito", cargo que tendrá desde hoy al abandonar sus funciones, y dejar el arzobispado en manos de Santiago García Aracil, que toma hoy oficialmente posesión en una misa que se celebrará a las seis de la tarde en el catedral metropolitana de la capital pacense.

Por su parte, el alcalde destacó que Antonio Montero tiene méritos "de sobra" para tener una calle en la ciudad, y subrayó la mayor importancia que adquirirá esta vía una vez ubicado el museo de arte visigodo.

Con esta son ya tres las calles que llevan su nombre, ya que Badajoz y su localidad natal Churriana de la Vega (Granada) han hecho lo propio.