El Centro Regional de Parkinson ya está oficialmente inaugurado y atiende a 120 usuarios de Mérida y su entorno. Además, coordina los servicios que se ofrecen a 315 afectados en toda Extremadura, de los 5.000 estimados. Autoridades, trabajadores y asociados participaron ayer en la apertura simbólica del centro que el secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Juan Manuel Moreno, calificó como "uno de los más importantes no solo en Extremadura, sino en España".

Eulalia Garrido, presidenta de la Asociación Regional de Parkinson Extremadura, recordó el largo camino recorrido, a base de "esfuerzo, trabajo y constancia". Ya desde el 2007 se comenzó a plantear la posibilidad de construir un centro de atención especialidad para esta enfermedad en Mérida, pero no fue hasta el 2011 cuando se colocó la primera piedra y, un año después, se terminó la primera fase. El área de rehabilitación ya está en marcha y próximamente va a comenzar a funcionar el centro de día, con 35 plazas --algunas de ellas, concertadas--, según explicó la directora, Inés Moreno. En el futuro no se renuncia a construir la residencia prevista en el proyecto.

El centro ha supuesto una inversión de seis millones, de los cuales dos han sido aportados por el Ministerio de Servicios Sociales. El consejero de Salud y Política Social de la Junta, Luis Alfonso Hernández Carrón, explicó que la asociación ya tiene prevista para este año una subvención de 62.500 euros para el personal rehabilitador.

Personal que se dedica principalmente a las sesiones de fisioterapia y logopedia que reciben usuarios como María Emilia Muñoz, una enfermera cacereña de 59 años que ayer acudió a la inauguración de Mérida. "Nos da un poco de envidia, porque en Cáceres solo tenemos un espacio cedido por Cocemfe, pero vamos avanzando". También Pedro Segura, de 69 años y primer vicepresidente de la asociación, mostraba su emoción. "Llevamos muchos años trabajando por mejorar la atención a esta enfermedad, dialogando con muchos políticos", explicó.

Ellos también tienen un papel muy activo en el funcionamiento del centro. "Recaudamos fondos, colaboramos en lo que se necesita, mi marido, por ejemplo, trabaja en el mantenimiento del jardín", explica Teresa Higuero, de 67 años, cuyo esposo, de 68, fue diagnosticado hace casi una década. "Estas instalaciones son importantes, pero también que se les dé contenido".