TLtuciano Fernández, 'Chano', me dice que estoy anclado en el 'Padre Mollete'. El, buen historiador, contaba a sus alumnos cuando estaba en su instituto la Historia, que es recuerdo que hay que conocer. Los arqueólogos tratan de encontrar restos del pasado para contarla. Los escritores nos narran hechos o personajes del pasado. Me gusta contar cosas de mi ciudad, soy cronista oficial de ella. De ahí, Chano, mi afición a escribir. Llevo muy cerca de las cuatro mil columnas de Pecholata en este periódico. Y estas son un recuerdo y una historia verídica.

En la época de Francisco López de Ayala se comenzó a gestar un nuevo hospital. El viejo Hospital de San Juan de Dios, donde se ubica actualmente la Asamblea de Extremadura estaba obsoleto y su dueño, el Ayuntamiento de Mérida, no podía soportar los gastos. La gestión de un gran hospital era justa y necesaria. El terreno lo cedía José Fernández López , el mayor benefactor que ha tenido esta ciudad (algún día comentaremos lo que este hombre hizo por Mérida y sus habitantes). Incluso donó el camino de entrada, con la que en principio no contaba. Estuve en la presentación de cómo se comenzaba a hacer realidad, en una conversación entre el entonces alcalde Pedro José Aránguez Gil y Enrique Sánchez de León , al que después, por suerte, se le nombró Ministro de Sanidad. Le siguieron Alberto Oliart y Juan Rovira Tarazona ; tres ministros extremeños de Sanidad, este último vinculado a Cáceres aunque originario de Lérida. Había que llenar aquel hospital de contenido. La enfermera Flavia era la encargada por el presidente Adolfo Suárez de abrir los hospitales del Insalud y conocer cómo se encontraban los del territorio nacional. En la visita con Oliart se dio cuenta de que faltaba todo y así se lo hizo saber. El ministro mandó a sus directores generales para que hicieran los presupuestos. Llegaron los primeros médicos: unos extraordinarios profesionales que hicieron realidad lo que hoy es el Servicio Extremeño de Salud, y que contaremos mañana.